Los barrios de A Zapateira y Ciudad Vieja son dos de las zonas urbanas con más alta concentración de gas radón, un gas noble invisible sin olor ni sabor que se desprende del granito y que, aunque no provoca malestares inmediatos, es la segunda causa de muerte por cáncer de pulmón después del tabaquismo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El elevado nivel de radón detectado en estas partes de la ciudad, producido debido a su subsuelo granítico, ha sido registrado en las mediciones hechas por la empresa coruñesa Inteko y analizadas por las universidades de A Coruña y Santiago, que con la acumulación de resultados están elaborando un mapa de Galicia en el que localizar y señalizar los lugares con más concentración de este gas.

La creación de este mapa gallego está aún en una "fase primaria", explica el gerente de Inteko y responsable del departamento técnico, Javier Longueira. Las mediciones realizadas hasta ahora en la ciudad muestran A Zapateira (en el ámbito de A Coruña y en Culleredo) y Ciudad Vieja como "zonas calientes" en las que se alcanza una media de entre 4.000 y 5.000 becquerelios de radón -la unidad que mide la actividad radiactiva- por metro cúbico de aire.

De momento existe un boceto de mapa, ya que los encargados de su elaboración, el departamento de Partículas de la facultad de Física y la unidad de Medicina Preventiva de la Universidade de Santiago (USC), no tienen todavía las suficientes mediciones. Estas se realizan en puntos concretos del territorio, siempre en el interior de edificios, tanto viviendas como inmuebles empresariales donde se mide el gas en el aire, en los que indican los valores radiactivos detectados.

El boceto muestra el concello de A Coruña con unos niveles medios de radón de riesgo medio, al igual que Cambre dentro de la comarca; Arteixo, Oleiros, Sada, Bergondo y Betanzos lo tienen bajo, mientras que los de Carral y Abegondo son elevados. La OMS establece que no se deben superar los 300 becquerelios por metro cúbico de aire cuando un país, por sus condiciones específicas, no puede ceñirse a un nivel de referencia medio anual de 100 becquerelios. En España no existe una regulación específica de registros mínimos, aunque se prevé para el primer trimestre de 2018 la aprobación de una normativa nacional, apunta Longueira.

Las mediciones en A Zapateira han ofrecido resultados dispares, más preocupantes en zonas aisladas, con mínimos de 2.600 becquerelios por metro cúbico de aire pero con registros superiores a los 4.000 y con picos bastante más altos. En la Ciudad Vieja los niveles rondan los 3.000 becquerelios, resume el gerente de Inteko.

En marzo del año pasado se advirtieron concentraciones de entre 3.000 y 4.000 becquerelios en algunas zonas del edificio de la facultad de Sociología de la Universidad de A Coruña; tres meses después los niveles superaban los 600 becquerelios en el inmueble de Informática, donde cuatro empleados fueron desalojados de un área y recolocados en otro lugar. Tras la realización de mediciones, que la Universidad hace de manera esporádica en sus centros, el rector informó de que los niveles no eran preocupantes. También el Palacio de la Ópera registro este mes de agosto niveles de más de 400 becquerelios por metro cúbico y casi 600 en dos camerinos y de más de 350 en un almacén.

Todos los edificios, sean nuevos o antiguos, pueden presentar problemas de radón, especialmente los aislados o expuestos a corrientes de aire. El gas emana del suelo y pasa al aire, donde se desintegra y emite partículas radiactivas que al respirar y ser inhaladas se depositan en las células que recubren las vías respiratorias. La existencia de este gas es más probable en zonas ricas en granito, ya que el 80% de la emisión de radón procede del subsuelo, donde hay grietas en paredes o techos y en inmuebles que no han renovado instalaciones de suministros de agua o electricidad.

La mayor exposición al radón suele producirse en el hogar, en donde su concentración depende de aspectos como la cantidad de uranio que contienen las rocas y el terreno del subsuelo, las vías que el radón encuentra para filtrarse en las viviendas y la tasa de intercambio de aire entre el interior y el exterior, condicionada por el tipo de construcción, los hábitos de ventilación de sus ocupantes y la estanqueidad del edificio.

La detección de radón y medición de niveles en edificaciones debe realizarse por "técnicos solventes y especializados con materiales dotados de tecnológica adecuada y que utilicen una metodología contrastada científicamente", aconseja Longueira. Una medición instantánea con un detector electrónico de radiaciones a partir de un corto periodo de exposición cuesta 60 euros. El proceso puede complicarse en función del tiempo de exposición y el análisis, abarcando desde la mera detección de presencia hasta una evaluación continua durante un mínimo de tres meses.

Cuando los resultados recomiendan eliminar una alta concentración de radón la manera más drástica de hacerlo es con la instalación de un sistema de extracción o presurización que consigue sacar el aire del terreno a través de conductos para que no penetre en la vivienda o el lugar de trabajo. Hay otros métodos más suaves, como la captación de radón con una arqueta metálica bajo el suelo o en un área de influencia próxima o la ventilación con aire limpio exterior que se introduce en la vivienda para disolver el radón y extraerlo.

Inteko realiza investigaciones y mediciones desde 2009. En virtud de un convenio con la USC y la Politécnica de Ferrol utiliza los equipamientos y laboratorios de análisis de las instituciones académicas, a las que envía los resultados de sus mediciones para que estas los analicen e informen después a la empresa. "Con los resultados estamos elaborando el mapa de radón de Galicia. Se trata de mediciones veraces y objetivas frente a las que están realizando también otras empresas que, en mi opinión, no ofrecen tantas garantías", explica Javier Longueira.

Inteko ha hecho mediciones, instalaciones de "actuaciones de remedio" y asesorado a clientes en Galicia, Castilla y León y Madrid en edificios y puestos de trabajo como naves, almacenes y colegios. La UDC también ha intervenido en sus instalaciones, además de en lugares como la Casa de las Ciencias. El responsable técnico de Inteko confía en el marco de protección que aportará la regulación que se apruebe el próximo año, aunque es partidario de hacer campañas "suaves" de sensibilización de los riesgos del gas radón: "Es un tema delicado pero no deberíamos llegar al alarmismo".