El hotel Riazor cerrará sus puertas durante un año a partir del próximo 15 de octubre para modernizarse y colgarse las cuatro estrellas. La reforma, que costará 3,5 millones, aumentará los servicios que ofrece a los huéspedes y reducirá el número de habitaciones, que pasarán de 174 a 165. El proyecto no alterará el volumen del edificio, del sótano ni de los soportales, pues solo incluye una redistribución de los espacios, en concreto, se ubicará una escalera nueva y dos ascensores.

La accesibilidad a las zonas comunes será mejorada, al igual que la del resto del inmueble, que contará con más servicios -salas polivalentes, gimnasio, cafetería, cuartos familiares y comunicados- y con mejoras en la estética. El trabajo de los arquitectos José Luis Pereiro y Simón Pereiro también incluye la modernización de los acabados y del mobiliario. Las obras comenzarán el próximo mes, después de que el año pasado el edificio fuese adquirido por un grupo empresarial santiagués, Ferreiro, que gestiona otros hoteles en la capital como el Compostela y el Gelmírez.

El objetivo de las obras, que se prevé que duren un año, es "actualizar su imagen y adaptarse a los estándares de la normativa hotelera de cuatro estrellas", según la solicitud de licencia presentada por los propietarios al Concello a finales del pasado mes de enero. Los promotores tendrán que realizar un nuevo plan de emergencia puesto que, aunque la actividad no varía, el Ayuntamiento considera que la reestructuración interior es de suficiente calado como para necesitar revisar el documento vigente.

El hotel Riazor inició su actividad en 1964 y fue propiedad de las familias Graña, Álvarez y Mazoy hasta que fue adquirido por el grupo santiagués. Los descendientes de los fundadores rechazaron ofertas de cadenas nacionales para hacerse con el hotel y proyectaban efectuar una reforma del edificio para adaptarlo a las exigencias del sector. El inicio de los trabajos estaba previsto para el 12 de diciembre del año pasado. Ese mismo día la plantilla fue informada de que la remodelación se aplazaría, ya que la familia Ferreiro, dedicada a la construcción pero también propietaria de dos hoteles en Santiago y apartamentos turísticos en Madrid, se había comprado la totalidad de las acciones de Hotel Riazor S. L.. Los antiguos propietarios, quienes decidieron vender ante el rechazo de algunos de ellos a continuar con la empresa, aseguraron a los empleados que conservarían sus empleos porque se lo habían solicitado al comprador, aunque el 1 de enero, momento en que se produjo el cambio en la gestión, nueve personas fueron despedidas.