Hace diez años la plaza de Azcárraga era el botellódromo de la ciudad. Los residentes en la zona vivían angustiados desde las madrugadas de los jueves hasta las de los domingos. No podían conciliar el sueño. Algunos incluso abandonaban sus viviendas esos días y se trasladaban a casas de familiares y amigos. Los afectados la emprendieron contra el Gobierno municipal, dirigido por Javier Losada, apoyados por los vecinos de las plazas del Humor y de Santa Catalina, donde también se organizaban macrobotellones. Al problema del ruido se sumaban los de la suciedad y los actos vandálicos que cometían algunos de los miles de jóvenes que consumían alcohol en pleno centro de la ciudad. A finales de 2017 realizaron multitud de protestas, una de ellas en la plaza de María Pita frente a la casa del entonces alcalde, Javier Losada.

El "plan de choque" anunciado por el Ejecutivo municipal, que suponía aumentar los policías locales en las áreas afectadas, fracasó. Una década después, el botellón se ha trasladado a los jardines de Méndez Núñez y a algunas zonas situadas entre las calles San Andrés y Vista. Tanto la plaza de Azcárraga como las del Humor y Santa Catalina, entre otras, fueron declaradas Zonas de Especial Protección a finales de 2007. La norma entró en vigor en 2008 y, desde entonces, en ellas no se organizan botellones. La Policía Local se presenta ante cualquier llamada de los vecinos.