La Torre de Hércules pasó en Cartagena, el jueves, 11 de octubre de 2007, el primer examen para convertirse en patrimonio de la humanidad. El Ministerio de Cultura, para entonces dirigido por el coruñés César Antonio Molina, decidió que el faro romano en funcionamiento más antiguo del mundo se merecía seguir en la lucha y ser uno de los tres candidatos españoles a entrar en la codiciada lista.

Este paso lo dieron también los yacimientos que muestran el paso de los dinosaurios por el territorio ibérico y la ruta de las minas de mercurio, que España comparte con México y Eslovenia. Quedaban, desde ese primer obstáculo saltado, dos años de trabajo para lograr el objetivo marcado. Para entonces, el listado de la Unesco, tenía 851 bienes catalogados en todo el mundo, de los que solo 44 eran españoles. El presidente de la institución impulsora del nombramiento, Segundo Pardo Ciórraga, explicaba que el instituto de Estudios Torre de Hércules había empezado a fraguar su candidatura en 2001, pero que todavía quedaban muchas cosas por hacer, por ejemplo, obras de restauración. Hubo un hermanamiento -no exento de polémica- con la estatua de la Libertad, en Nueva York, también mensajes de apoyo, chapas, carteles y abrazos que, durante dos años, enmarcaron el camino del faro hacia el examen final. El sábado, 27 de junio de 2009, en Sevilla, poco antes de las 18.30 horas, el Comité de Patrimonio Mundial, le dio su visto bueno a la Torre, lo hizo por unanimidad y sin discusión. No corrió la misma suerte la candidatura de las minas, que fue rechazada justo antes de que el monumento coruñés pasase la prueba sin despeinarse.