El conjunto escultórico que preside la principal plaza de O Castrillón, la de Pablo Iglesias, se convirtió ayer en un photocall para los vecinos que recorrieron las calles del barrio vestidos de zombis y esqueletos. Y es que, a los hombres sin rostro que acompañan al pétreo Iglesias, alguien les puso adornos de Samaín, una brujita por aquí, una tela de araña por allá, un par de calabazas, una guirnalda y hasta un fantasma y una guirnalda para componer un terrorífico escenario que, con la mezcla de colores y los niños posando delante con sus calabazas decoradas, más que miedo producía ternura y ganas de sumarse a la instantánea.