La Sareb cumple este mes cinco años de su nacimiento como banco malo, creado para liquidar los activos tóxicos de la banca, principalmente sus desaforadas inversiones inmobiliarias. La sociedad asumió varios de los fracasos de la aventura promotora de las entidades en la ciudad, como las torres de Novagalicia Banco en Someso. Dos solares en el polígono siguen sin vender, al igual que terrenos de O Portiño. Siete parcelas, 28.000 metros cuadrados en total, de las doce ofertas de suelo que figuran actualmente en el portal comercial, que preveía "desinvertir los activos" en quince años.

Un año después de la fundación de la Sareb, Aguirre Newman, una de las consultoras a las que confiaron la venta de propiedades, señalaba que las dos parcelas de Someso eran las que estaban atrayendo mayor interés por parte de potenciales compradores, sobre todo los locales. Asimismo, explicaba que no se ponían a la venta de inicio las grandes parcelas de San Pedro de Visma y O Portiño porque la idea era comenzar con la comercialización de los suelos listos para edificar, residenciales y con potencial éxito en el mercado a corto o medio plazo.

La venta de suelo se revela, cinco años después del nacimiento de la Sareb, como grueso de la oferta no colocada en la ciudad, aunque también siguen estando a disposición inmuebles ya construidos (despiezados en pisos, garajes o bajos) en barrios como Monte Alto.

Siete de las doce parcelas, según recoge el Catastro, están en el SUD-1, el desarrollo de O Portiño, y suman 27.999 metros cuadrados. La más cara alcanza casi el millón de euros, con 11.655 metros cuadrados. Por otra de 2.148 piden 339.000 euros y una de 3.342 metros cuadrados está puesta a la venta por 227.000. La segunda más cara es de 7.818 metros cuadrados y la Sareb está dispuesta a liquidarla por 647.000 euros. Por 153.000 euros despacha un suelo de 1.681 metros cuadrados. Las más económicas tienen 1.083 y 311 y cuestan 86.000 y 26.000 respectivamente.

El polígono de O Portiño es una de las mayores superficies que el plan general de 2013 reconoce como urbanizables. Suma 495.816 metros cuadrados con zonas para viviendas adosadas (900) y para pisos (2.310). Además de por el fin de la burbuja, el proyecto inicial quedó completamente afectado por el anillo de protección de la refinería impuesto por la Xunta.

Un dictamen de la Consellería de Industria recomienda que estos terrenos no tengan uso residencial por la proximidad a las instalaciones de Repsol y cualquier ordenamiento y edificación debe contar con la autorización especial autonómica. En varios encuentros del Gobierno local con los vecinos ( Dillo ti), concejales y alcalde han identificado este espacio como un problema urbanístico, porque les obliga a conjugar dichas restricciones con los derechos edificatorios que tienen reconocidos los propietarios. Por el momento, no es un suelo preparado para construir, puesto que se trata de un desarrollo por compensación y los dueños de los terrenos aún no han iniciado, al menos con trámites públicos, su ordenamiento. Es este un largo proceso que ya tiene acabado, por ejemplo, su polígono vecino, San Pedro de Visma, en el que la Sareb no tiene ningún activo a la venta y cuyos promotores negocian con el Concello su plan de urbanización, con 4.000 viviendas.

También continúa en el escaparate el ámbito del recinto ferial. A diferencia de O Portiño, las dos ofertas que hay en la zona están preparadas para pedir licencia y construir. La Sareb pide por una de ellas 6,59 millones de euros y por otra 3,31 millones de euros.

Una está en la avenida de la Universidad y tiene 18.000 metros cuadrados edificables, lo que permite construir una torre de 33 plantas de altura. A corta distancia se encuentra la segunda, en el polígono del recinto ferial, con 7.900 metros y que hace posible levantar un edificio de 17 plantas. El polígono de Someso quedó a medio hacer al toparse con la crisis. Su desarrollo generó indemnizaciones por valor de 20 millones de euros a los propietarios originales del suelo, que fueron expropiados para un campo de fútbol y vieron cómo las tierras se recalificaban para un millonario plan urbanístico.