Las siete estaciones de medición acústica repartidas por la ciudad registraron en 2012 un nivel de ruido superior al del año anterior. De la avenida Alfonso Molina a la zona del Orzán, de Matogrande a la Ciudad Vieja, la media diaria de decibelios rebasó aquel año los límites máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud -50 decibelios- y establecidos por la legislación estatal -55 decibelios por la noche y 65 el resto del día-. Cinco años después, la población coruñesa afectada por contaminación sonora tanto en horario nocturno como diurno ha descendido significativamente, según refleja la documentación en la que se ha apoyado el Concello para aprobar de forma inicial esta semana el nuevo mapa estratégico del ruido. Es una caída de más del 30% entre las 23.00 y las 07.00 horas y de un 12% y un 54%, respectivamente, hasta las siete de la tarde y en las cuatro horas siguientes hasta las once de la noche.

Esta disminución de perturbación acústica en la ciudad, advertida por las áreas de Medio Ambiente y Mobilidade Sostible desde finales de 2015, permite al actual Gobierno local actualizar el mapa del ruido que acompañará al Plan de Acción en Materia de Ruido puesto en marcha este año. Para corregir los problemas de contaminación acústica el Ayuntamiento elaboró su primer mapa del ruido en 2006. El siguiente tuvo fecha de 2011 y en él se basó el Ejecutivo del Partido Popular para diseñar su plan de movilidad. El nuevo será ahora expuesto a información pública durante un mes antes de su aprobación definitiva y de su envío a la Consellería de Medio Ambiente y después al Ministerio.

Con el tráfico rodado y el ocio nocturno como principales fuentes de ruido ambiental con mayor repercusión en las áreas residenciales, sin olvidar los efectos que también produce el ruido industrial y la actividad portuaria, los Gobiernos del PP y de Marea Atlántica han planeado o ejecutado distintas acciones y medidas que en los últimos cinco años han ayudado a rebajar los niveles sonoros y a fomentar el bienestar de los vecinos.

Estas son algunas: la declaración de zonas acústicamente saturadas (ZAS) para limitar la generación de ruidos que afectan al descanso de los vecinos, como el área del Orzán; declarar también zonas de especial protección (ZEP) la plaza del Humor y los entornos de la Ciudad Vieja y la plaza de Santa Catalina para evitar concentraciones de vecinos en horario nocturno y el fenómeno del botellón, que progresivamente ha desaparecido de estos puntos de la ciudad; impedir la concesión de nuevas licencias para locales de hostelería potencialmente conflictivos; intensificar la inspección técnica de establecimientos hosteleros y potenciar la insonorización y los aislamientos acústicos; incorporar parámetros ambientales en la definición del Plan General de Ordenación Municipal (PGOM).

Otras medidas contra el ruido están contenidas en el plan de movilidad aprobado en 2014 durante el mandato anterior y el Gobierno actual las ha recogido para continuar su desarrollo, comenzar a aplicarlas o aportar criterios y acciones complementarias. No son de fácil ejecución, ya que la mayoría necesitan de la adaptación a nuevos hábitos de movilidad entre la población, aunque en los últimos años se han apreciado cambios efectivos contra la saturación acústica.

Entre ellas están el fomento del transporte público de viajeros, el incremento de rutas peatonales, la extensión de los carriles de la red ciclable -en obras, en licitación o en proyecto inminente en la avenida Pablo Picasso, desde A Palloza hasta Matogrande y el carril bici metropolitano de 5,3 kilómetros desde la Marina hasta el puente de A Pasaxe-, la promoción de los vehículos eléctricos o la restricción del estacionamiento.

La entrada en servicio de determinadas infraestructuras nuevas ha mitigado también el exceso de ruido. Ocurrió con el túnel de la Marina desde mayo de 2015, que enterró el tráfico en una zona céntrica antes colapsada con frecuencia y redujo también la circulación en Los Cantones, espacios ahora mucho más silenciosos y tranquilos. O con la tercera ronda, con todos sus tramos abiertos desde marzo del mismo año, que ha atraído vehículos procedentes de ayuntamientos de la comarca que entran y salen a diario de la ciudad, y cuyo tráfico en los dos últimos años, según datos conocidos recientemente, ha crecido bastante más que el de la avenida Alfonso Molina, principal vial de acceso y salida de la ciudad.

Lavedra, la carretera con mayor volumen de circulación con una media diaria que supera los 120.000 vehículos, es uno de los puntos urbanos en los que el Gobierno de Marea pretende rebajar los niveles de contaminación acústica. Las mediciones municipales de ruido señalan hasta 80 decibelios en horas punta a la altura del edificio de la SEAT. En sus medidas para humanizar la zona incluidas en la reforma todavía sin fecha de la avenida que ha planificado Fomento, el Ejecutivo local propuso ampliar las áreas verdes de los márgenes y desarrollar carriles para bicicletas y peatones, opciones estas que sí ha admitido el Ministerio tras una larga negociación con el Concello.

La lucha contra el ruido no cesa y la mejora ambiental de la ciudad requiere intervenciones constantes. El Gobierno de Marea trabaja desde este verano con un Plan de Acción en Materia de Ruido que aspira a seguir rebajando el volumen de población expuesta al exceso de decibelios por el tráfico, el ocio nocturno y las actividades industriales, que según el mapa actualizado del ruido era en 2016 de unos 60.000 vecinos en horario de noche, frente a los más de 90.000 cinco años antes. De siete de la mañana a siete de la tarde los coruñeses expuestos a un exceso de ruido pasaron de algo menos de 60.000 a algo más de 50.000 en el mismo periodo, y entre las 19.00 y las 23.00 horas, de casi 50.000 a más de 20.000 personas.

Algunas medidas por las que apuesta el Concello son la implantación de barreras acústicas en las vías de alta capacidad, la creación de corredores verdes y espacios peatonales para humanizar las calles, la limitación de la vía pública para actividades que perturben la convivencia ciudadana y el descanso nocturno, la concesión de ayudas a edificios residenciales para aislar las fachadas y, en un ámbito supramunicipal, la coordinación de concellos para mejorar los accesos a la ciudad.