Rafael Barredo de Valenzuela desarrolló su actividad profesional durante 44 años en Procedimientos Barredo (1969-1970), el Servicio del Plan de Accesos a Galicia (1970-1974), Audasa (1974), Ingeniería del Atlántico (1974-1996), Elsamex (1996-2007), y la Sociedad Concesionaria A-4 Madrid (2008-2013). Barredo recibió la medalla al Mérito Colegial de Galicia que concede el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y entre los proyectos en los que participó figura la redacción del proyecto del paseo marítimo de Riazor-Orzán.

En aquella iniciativa trabajó estrechamente con el entonces arquitecto municipal, Antonio Desmond, y el jefe de la Demarcación de Costas del Estado en Galicia, Eduardo Toba. "Había protestas de los vecinos de la zona porque temían que la obra dañara sus casas, se desconfiaba mucho", recuerda Barredo sobre el desarrollo del proyecto, lo que llevó a que él mismo y Toba se entrevistaran con los afectados "para convencerles de que el paseo era beneficioso, porque no sabían qué iba a ser aquello".

El proyecto fue resolviendo además problemas que no se habían previsto, como el paso por la Coraza, donde inicialmente se diseñó que el paseo tuviera un voladizo, aunque luego se hizo un muro para contener la fortificación, ya que Barredo y Toba convencieron a las autoridades de que si quedaba un hueco en ese punto podría ser aprovechado como refugio de personas que trataran de ocultarse.

También hubo discusiones sobre el tipo de barandilla porque "entonces no se sabía que se iba a ganar tanto de playa" con el vertido de arena que se hizo después. Como se pensaba que el mar iba a estar muy cerca del paseo, se planteó una que rechazara las olas, pero se desechó porque impediría la visión del mar. Sobre la diseñada finalmente por Desmond, Barredo creyó "que se iba a romper con el oleaje, pero que el coste de reparación sería bajo, poco por lo que si no se hubiera ganado playa la solución no era mala". También destaca que el aparcamiento subterráneo no estaba proyectado y que eso hace que dé "algunos quiebros extraños y que las entradas también lo sean".

Para este ingeniero, el paseo "fue una idea maravillosa, ya que hasta aquel momento la ciudad vivía de espaldas al mar y fue una hazaña grande ganar aquel espacio de visión hacia el mismo".

Barredo también participó en toda la construcción de la Autopista del Atlántico, incluido el puente de Rande, del que recuerda que fue criticado por algunos técnicos porque tiene un canto muy pequeño y decían que se iba a caer, aunque tuvo que hacer frente a un temporal de viento cuando aún estaba en construcción y no sufrió daños.