Bastante frío, tacones que hacen daño, unas copas de más, algunos gritos, muchos abrazos, la liberación de llegar a casa, una hamburguesa reparadora, un par de pisotones sin mala intención, dolor de cabeza... La noche de Fin de Año tuvo ayer tanto en A Coruña como en los concellos de la comarca mucho de esto y pocas cosas que anotar en el parte de incidencias, según los servicios de emergencias. El 2018 -como sus predecesores- amaneció ayer con un montón de jóvenes alineados en el Cantón Grande intentando regresar a casa después de una noche de fiesta y con la vista perdida ante el vacío que habían dejado los taxis en la parada. Más claro lo tenían los que decidieron esperar al bus metropolitano para volver a sus casas, que se hicieron fuertes en la parada de Entrejardines. Se despertó también 2018 en Betanzos con el contraste habitual de los feriantes que montan sus puestos ateridos de frío mientras los vecinos festejan todavía la entrada del nuevo año y buscan un bar para desayunar o para seguir con la celebración, que nunca se sabe hasta cuándo puede llegar.

Algunas vecinas decidieron ayer, más por necesidad que por tradición, ser las primeras clientas de la feria y es que, año tras año, siempre hay zapatos de tacón que lastiman y momentos en los que parece que unas zapatillas rosas combinan con cualquier vestido y son el mejor complemento.

En A Coruña, según fuentes de los servicios de emergencias, se recibió una alerta por una amenaza de pelea en un local de hostelería de la calle Socorro que, finalmente, no tuvo consecuencias. En el Complexo Hospitalario Universitario A Coruña la jornada fue "tranquila" en cuanto a intervenciones derivadas de Nochevieja.

Para no tener que perderse la fiesta, por si estaban trabajando, los Bomberos de A Coruña grabaron un vídeo antes de las campanadas y lo compartieron en sus redes sociales para mostrar a los usuarios algunas de las tareas que realizan a diario, pero con un toque de humor, con el carrillón y las uvas preparadas para dar la bienvenida a 2018.