Un elefante blanco, una jirafa gigante, unas pompas de jabón en las que cabe una persona, un león muy alto y vestido de traje, un mono muy elegante, un malabarista y unas zancudas con alas de colores fueron ayer algunos de los protagonistas de la cabalgata de Reyes, que recorrió las calles de la ciudad desde O Castrillón hasta María Pita para mostrarle a Sus Majestades de Oriente que, en esta ciudad, son siempre bienvenidos.

"Llegamos con la mitad del trabajo ya hecho, porque hace unos días nos llamó vuestro alcalde y nos dijo que los niños de A Coruña habíais sido buenísimos este año y que os merecíais unas fiestas inolvidables" confesó ayer, desde el balcón de María Pita, Melchor, como portavoz de sus compañeros, Gaspar y Baltasar, que tuvieron la oportunidad de besar y saludar de cerca a niños y mayores, ya que sus carrozas se quedaron en la Marina y ellos entraron andando a la plaza. Fue en este paseo en el que uno de los pequeños que estaba tras las vallas, al ver tan cerca a Sus Majestades gritó, quizá ya como último recurso para que su sueño se cumpliese: "Melchor, quiero un iPhone". Entre tanto trajín, quizá Melchor no pudo entenderle, pero lo que sí que se llevó el niño, como todos los demás, fue un saludo, una sonrisa y muchos caramelos.

Y es que, como dijo después en su discurso, los Reyes Magos leyeron atentamente todas las cartas -aunque algunos decidieron entregarles ayer una copia en mano, para asegurarse de que sus deseos llegaban al destinatario correcto- y eligieron "los mejores regalos" para los niños coruñeses. "Igual no son los más grandes ni los que tienen mejor envoltorio, pero tenéis que estar seguros de que fueron elegidos con mucho cariño y mucha ilusión, la misma que tenéis vosotros en nosotros", explicó Melchor, que animó a los más pequeños a hacer realidad "los proyectos más hermosos", como decía María Victoria Moreno, a quien, este año, se le dedicará el Día das Letras Galegas.

En total, fueron 110.000 personas las que ayer, vieron la cabalgata de los Reyes, según fuentes municipales. Los hubo previsores, de esos que se pusieron gorro, guantes, bufanda y se sentaron a esperar en la acera a que pasara el desfile durante más de una hora para asegurarse de que estarían en primera fila, otros, sin embargo, tuvieron que tirar de soluciones de última hora para no perderse nada, así que, en la plaza de Ourense una familia le puso una escalera a su niña para que pudiese ver algo en uno de los tramos con más público del recorrido; en la Marina, las sillas de las terrazas se convirtieron en un buen elevador para los que se habían quedado sin sitio, y hubo quien optó por la socorrida maniobra de poner un paraguas al revés para conseguir caramelos aunque, esta vez, lo hizo desde el balcón, en el tramo que une Puerta Real con María Pita. Y otros que, tras ver las carrozas de los Reyes se llevaron una sorpresa al ver que todavía había más fiesta. Y es que, tras Melchor, Gaspar y Baltasar, venían los Bomberos repartiendo caramelos y animando a pequeños y mayores. "Esos Bomberos, que tiren caramelos", sin duda, fue la frase más repetida de la cabalgata, quizá seguida por los nombres de Sus Majestades y de "me porté muy bien, de verdad".