El proyecto para el desarrollo urbanístico del parque ofimático pronto se reveló como una pesadilla para centenares de vecinos. Para los cooperativistas que compraron una parcela, pero también para los dueños originales de aquellos terrenos. Se trata de una experiencia traumática que todavía hoy no ha sido resuelta, pero que amenaza con repetirse en otras zonas de la ciudad.

En concreto, en 70 núcleos, en su mayoría de la periferia de la urbe, en la que se agrupan 1.198 viviendas que desaparecerían si se desarrollan todos los proyectos de transformación del suelo previstos en el Plan General de Ordenación Municipal (PGOM).

"El conflicto del ofimático se puede repetir", alerta Iago Carro, arquitecto miembro del colectivo Ergosfera que desarrolla el proyecto Co urbanismo nos talóns, una iniciativa para entender el urbanismo agresivo y la eliminación de viviendas habitadas como un "problema colectivo, no individual" que requiere de un aprendizaje colectivo para enfrentarlo

Aunque la presión urbanística tiene distintas manifestaciones en cada caso, existen puntos comunes a todos ellos. Localidades como O Foxo, Monte Mero o otras tantas en la ciudad permanecen "paralizadas" desde que apareció la iniciativa de desarrollo del suelo.

"Se detienen todos los procesos de actualización urbanística. Son sitios donde no se vuelve a invertir ni en alumbrado ni en alcantarillado ni en mobiliario público porque hasta que no se desarrolla la figura urbanística se entiende que no vale la pena invertir para que después se vuelva a modificar", explica Carro. La consecuencia: enclaves abandonados desde hace décadas.

Sólo la unión de los vecinos a través de una comunidad en la que compartir experiencias podrá poner freno a la presión urbanística.