Le culparon de cuanto de distinto -que no malo- se producía en el Palacio Municipal de María Pita, al que Domingos Merino Mejuto había accedido en la primavera de 1979 como el primer alcalde nacionalista (en Unidade Galega) tras la muerte de Franco. Su formación entró en el juego de los apoyos cediendo votos en Santiago y Ferrol para, finalmente, asentar su alfil en A Coruña en una discutida partida de ajedrez en la que Domingos Merino no se llevó la mejor parte, obligado siempre y en su corto mandato (una moción de censura auspiciada por la UCD provocó su cese) a pactos y concesiones.

Fue con Merino con quien la ciudadanía encontró abiertas las puertas del Palacio Municipal, al sentar las bases de la participación ciudadana. A cambio, Merino asumió "culpabilidades" que iban desde la increíble "ocultación" de la imagen de la Virgen del Rosario, en un almacén municipal, o el haber modificado las viejas y rancias costumbres del "vino español" para servir en las contadas recepciones por él programadas como alcalde vinos gallegos. Era el derecho al pataleo de aquellos que no perdonaban que un "representante de telas" (hoy, un comercial) dictase acuerdos en unos plenos municipales de larguísima duración en los que se discutían cuestiones que, en demasiadas ocasiones, excedían con mucho el ámbito municipal.

Fue también en su etapa como alcalde cuando los ciudadanos pudieron seguir -posteriormente también en la época de Joaquín López Menéndez, UCD, como regidor- el minuto a minuto de esos plenos municipales al permitir la retransmisión en directo de los mismos por cadenas radiofónicas de la ciudad. Era otra manera de participar en la vida oficial del Ayuntamiento de A Coruña.

Curiosamente, el mayor mérito reconocido a Merino Mejuto por aquellos que no le consideraban más allá que el ser alcalde por "casualidad" o como trueque político fue su condición de campeón de ajedrez en Galicia y subcampeón español. Eran los mismos que no le perdonaban sus sentimientos nacionalistas y que fijaron en él todas sus frustraciones por no haber "defendido adecuadamente" la "continuidad" de A Coruña como "capital" de Galicia.

El párkinson ha dado el jaque mate a este veterano ajedrecista que, como tal, ejerció en el tablero municipal en partidas en las que el reloj se paraba a las 24 horas para que el pleno pudiese continuar sin trabas. Definitivamente, ese reloj se ha parado y Domingos Merino Mejuto, el hombre tranquilo, mueve ahora sus torres blancas en una jugada de enroque que nunca le permitieron en su adorada ciudad.