La última remodelación importante de las líneas del transporte urbano coruñés se aplicó hace ahora diez años, cuando el Gobierno local decidió variar los recorridos de las rutas 1, 12, 14, 23 y 23A, a lo que sumó la sustitución de la 12A por la 15, a la que poco después tuvo que dar marcha atrás ante las protestas vecinales. Ese mismo año se introdujo otra trascendente novedad en el sistema: la instalación de un carril bus entre Federico Tapia y San Juan, retirado en 2011 por el PP.

Desde aquel momento, la política municipal sobre el transporte público ha experimentado idas y venidas como consecuencia de los cambios ocurridos en el Gobierno local, ya que los diferentes partidos que pasaron por la Alcaldía desarrollaron proyectos contrapuestos. Poco antes de que abandonaran el Ejecutivo municipal, los socialistas dieron a conocer un proyecto de plan de movilidad que no llegó a aprobarse y que proponía importantes cambios en el servicio.

El documento elaborado por la Agencia de Ecología Urbana que dirige Salvador Rueda planteó crear una "red lógica" en lugar de la actual, a la que calificó de una mera "suma de líneas". El objetivo era conseguir unas frecuencias mucho menores que las actuales a través de recorridos más cortos y el fomento del transbordo, así como mediante la creación de carriles bus en Juan Flórez, Orillamar, Torre, Panaderas-Orzán y San Andrés.

Rueda no tuvo oportunidad para exponer cuáles serían las nuevas líneas de bus de la ciudad, ya que la llegada del PP al poder hizo que su plan fuera aparcado por el equipo de Carlos Negreira. Los populares apostaron por elaborar su propio plan de movilidad, que presentaron en 2014, pero desde que accedieron a la Alcaldía cambiaron de forma radical el modelo del PSOE, ya que suprimieron el carril bus y, además, la mediana de la avenida de Oza, que favorecía el paso del autobús al impedir el estacionamiento en doble fila.

El sistema por el que optó el PP se denominó Red Urbana Eficiente, en el que se incluyó la Vía Prioritaria Vigilada, una serie de calles en las que se daba preferencia al paso del bus mediante dispositivos instalados en los semáforos, aunque nunca llegaron a funcionar. Este modelo se presentó como alternativa al carril bus, al que se calificó como desfasado, y como una antesala de los cambios que se aplicarían con el nuevo plan de movilidad, que, curiosamente, proponía implantar un carril específico para el autobús en Alfonso Molina.

El plan defendía ampliar el número de Vías Prioritarias Vigiladas, conectar todos los barrios y aumentar las frecuencias, nuevos enlaces con los polígonos industriales y los hospitales, así como la implantación de una nueva tarjeta Millennium. Pero la remodelación de las líneas se aplazó para una fase posterior que no se llevó a cabo, de forma que la única novedad importante fue la tarifa plana, aunque solo se aplica a quienes hacen más de 44 viajes al mes, por lo que el porcentaje de quienes se benefician de ella es muy bajo.

Nuevo cambio de rumbo

Las elecciones municipales de 2015 supusieron la irrupción de Marea Atlántica en el Concello y un nuevo cambio de rumbo en la movilidad, ya que la formación expresó su coincidencia con los planteamientos que había hecho Salvador Rueda para el Gobierno socialista y, al mismo tiempo, admitió la posibilidad de aprovechar contenidos del plan diseñado por el PP. Aunque el transporte público fue fijado como una de las prioridades, no fue hasta 2017 que se volvió a contratar a Rueda para actualizar y mejorar su anterior propuesta.

El técnico catalán insiste ahora en la posibilidad de reducir a entre cuatro y cinco minutos la frecuencia de paso de los buses, cuya red de líneas tendrá una configuración ortogonal y sus paradas una distancia máxima de 300 metros. A la espera de que Rueda y el Gobierno local presenten su nuevo plan, diez asociaciones vecinales acaban de reclamar de forma conjunta nuevas líneas y mejoras en las conexiones ante las insuficiencias que a su juicio tiene el transporte público del municipio.