Precioso programa de la Sinfónica que fue largamente ovacionado por un público muy entusiasta. La versión del ballet de Ravel, espectacular; tal vez un poco sobrepasados los niveles de decibelios en ciertos momentos, pero sin que llegase nunca a producirse distorsión sonora alguna. Dima, que había realizado un trabajo espléndido, lleno de matices, muy preciso y al tiempo muy emotivo, puso en pie repetidas veces a la orquesta e hizo levantar a instrumentistas individuales y secciones de la agrupación. La excelente versión tuvo un momento de especial calidad sonora en el bellísimo Interludio de la obra raveliana. Ya al comienzo de la primera parte, la interpretación de la preciosa Pavana había tenido momentos de extraordinaria belleza; en especial, los pasajes de los arcos. Pero el gran momento de la primera parte fue una lectura brillantísima de la no menos brillante Rapsodia que, en forma de veinticuatro variaciones, compuso Rachmaninov sobre el tema de la Folía de España, en versión de Nicolò Paganini ( Capricho para violín solo num. 24). Extraordinaria versión del pianista, Alexei Volodin. Soberbia pulsación y toque alado que parece acariciar apenas las teclas; sensibilidad "a flor de dedos" y espléndido virtuosismo. Una maravillosa interpretación que fue repetidamente aclamada. El bis (¡después del tour de force de Rachmaninov!), la pieza de Chopin, fue un prodigio de elegancia y refinamiento interpretativos. No quedó atrás la orquesta, que, muy bien conducida por Slobodeniouk, realizó una lectura soberbia de esta partitura hermosa, compleja, nada fácil.