Durante dos meses, los últimos de 2017, la artista visual Elo Vega recorrió A Coruña para estudiar el papel de la mujer en sus monumentos. La investigación, recogida en el libro A contrapelo. As mulleres nos monumentos públicos da Coruña, editado por Chan de Pólvora y que podrá recogerse gratuitamente, hasta agotar existencias, en la sede de LA OPINIÓN con el cupón que publicará este diario mañana, 8 de marzo, retrata un modelo de dominación masculina más sofisticado que el de otras zonas del Estado en el que la excepcionalidad de la mujer se convierte en una herramienta más de control para las sociedades patriarcales.

- ¿Es el arte monumental más machista que otras expresiones culturales?

-Lo normal es que no sea ni más ni menos machista, ya que el monumento en realidad está ilustrando el relato oficial de una época, la ideología dominante en un momento dado. Lo que sí destaca históricamente es la ausencia de la perspectiva femenina en este campo, empezando por la escasez de escultoras, no solo por la tradicional exclusión de las mujeres del estudio académico de las Bellas Artes -y especialmente del desnudo- sino debido al ambiente hipermasculinizado de los círculos de poder, elites políticas y empresariales, constructores..., donde se decide a quien monumentalizar y a quien encomendar la realización de ese homenaje.

- ¿Se utiliza por tanto la cultura para intentar subordinar a la mujer?

-Dado que la cultura es expresión de un determinado orden social, es fácil que así sea, que proporcione modelos de dominio y patrones jerárquicos, pero también puede servir para lo contrario: la cultura es un territorio en permanente disputa porque desde él se pueden imaginar y proyectar otro tipo de relaciones sociales.

- La mayoría de estatuas femeninas de la ciudad están dedicadas a la mujer en plural, ¿por qué esconder la individualidad de la mujer ?

-Deberíamos empezar por cuestionar la convención del concepto mujer dentro de una manera de entender el mundo e imponer un orden social concreto, lo que llamamos patriarcado. La extraordinariamente rica diversidad de problemáticas que la huelga feminista mundial está planteando es un ejemplo de la necesidad de desafiar y tensionar esas definiciones.

- Hay excepciones como Pardo Bazán o Concepción Arenal. ¿Someter a la mujer a la excepcionalidad es también una forma de patriarcado?

-La celebración de la excepcionalidad de determinados sujetos permite a las elites autorrepresentarse como liberales y tolerantes cuando lo extraordinario de las circunstancias lo requiere; funciona como coartada y justificación del sometimiento y la marginación de la generalidad del grupo. Del mismo modo actúa la idealización de ciertos personajes: su rareza, su anomalía sirve para justificar la norma. Hay una reflexión de una feminista histórica, Amalia Carvia Bernal, que deberíamos tener siempre presente: "las mujeres", dice "no queremos cadenas, pero tampoco pedestales". Fue capaz de ver en esos aparentes y excesivos homenajes una forma camuflada de discriminación.

- ¿Iniciativas como las de O Bosque das Mulleres ayudan a cambiar el rol que la mujer desempeña en la cultura?

-Tenemos que ser capaces de ver tanto los aspectos positivos de iniciativas de este tipo, que proporcionan imágenes y modelos de mujeres fuertes y poderosas, como de abrir la discusión sobre la necesaria evolución de estas experiencias, en el sentido, por ejemplo, de transgredir la idea del espacio específico, casi de gueto, de celebración de lo femenino. Es preciso disputar los espacios centrales de la representación social, política y cultural, pero también impugnar la esencia intrínsecamente patriarcal de esos modelos. En una palabra, el objetivo no puede ser la mera incorporación de más mujeres a un aparato que no es solo sexista, sino racista y clasista.

- ¿Es el arte monumental de A Coruña más machista que el que podemos encontrar en otras zonas?

-En términos generales cumple su rol de modo previsible, aunque la presencia de un pequeño pero importante grupo de destacadas figuras heroicas femeninas ofrece un ejemplo, en cierto modo, más sofisticado, un modelo que representa una ocasión extraordinaria apropiada para profundizar en el análisis de los modos en que el patriarcado se emboza para disimular sus mecanismos de dominio.