Laura Carrasco es una de la fundadoras de la Asociación Moradas, una entidad feminista que lucha por la erradicación de la exclusión social de la mujeres. Ponente en las Jornadas Personas Sin Hogar que se celebraron ayer en Padre Rubinos, esta madrileña apuesta por "dar herramientas" a las mujeres para que consigan sus objetivos. Defiende, además, que habría que acabar con los macroalbergues y ofertar pisos vacíos a las "30.000 personas que viven en la calle".

- ¿ En unas situaciones de exclusión social también hay desigualdad?

-Sí, por supuesto. Los datos del Instituto Nacional de Estadística de 2012 apuntan que los motivos por los que las mujeres están sin hogar son violencia de género, hacia ellas o sus hijos, y separación sentimental. Estos dos motivos forman un 50% cuando para los hombres el sinhogarismo se basa en la pérdida del empleo. La situación diferencial está clara y en la mayoría de centros de acogida no hay una intervención específica respecto a la violencia de género.

- ¿Cómo se sienten las mujeres en esos centros?

-Inseguras. En la calle, desde luego, pero también dentro del centro donde las agresiones verbales y físicas se suceden. Además, en muchos de estos sitios hombres y mujeres duermen juntos.

- ¿Qué supone esa situación?

-Que las mujeres se encuentran indefensas. Están en una situación vulnerable, como es dormir, y ante un agresor potencial. Eso supone un esfuerzo extra para las mujeres que entran en un centro de acogida. En Madrid todavía hay sitios, no públicos, que no acogen a mujeres. Y eso pasa en 2018. En los que sí pueden entrar, duermen todos juntos. Y si no, comparten la vida diaria. El sinhogarismo femenino es mucho más amplio de lo que las estadísticas marcan.

- ¿Cuál es la solución?

-Que no haya macroalbergues de 130 personas y en la periferia. Que no se establezcan guetos. Hay millones de viviendas vacías y 30.000 personas en la calle. Eso es lo que podemos hacer pero no hay una voluntad política de reintegrar a las personas en situación de exclusión.

- ¿Todavía hay tabús sobre las sintecho ?

-Claro. La situación de calle es tan hostil que las mujeres intentan evitarla a toda costa. Además, según la sociedad patriarcal en la que todavía vivimos, la mujer tiene que estar dentro de casa. La calle no es su espacio. Intentan evitarla y sostienen situaciones de malos tratos o desahucio porque en la calle van a ser el doble de hostigadas.

- ¿Hay otros motivos por los que las mujeres rechazan entrar en centros de acogida?

-Se les ponen muchas trabas, requisitos imposibles que la gente tiene que cumplir sí o sí. Es una fiscalización. O entras por el aro, estás de acuerdo con la trabajadora social en todo, o eres castigado porque eres disidente. Así la situación de exclusión social se agrava.

- ¿Cuáles son esas trabas, se les controla?

-Sí. Por ejemplo, una vez quedé con una mujer sin hogar y después me llamó la trabajadora social que por qué no había avisado de que iba a verla. Son vigilantes. ¿Cómo se puede concebir que a día de hoy una persona mayor de 18 años tenga que pedir permiso para hacer algo? Otra cosa que hacen mucho es castigar con expulsiones de centros, por ejemplo, si no se siguen las normas.

- ¿Por qué no se habla más de la pobreza?

-No ha habido nunca una voluntad política real de acabar con las situaciones de exclusión. No digo todas las entidades, pero en general hay un parcheamiento de la pobreza. Queremos que no se vea, que no se mueran de frío ni de hambre. Así que les damos dónde dormir, comida y ropa. Y ya está. Pero no, eso no es un estado bienestar.

- ¿Qué se debería hacer?

-Hay que darles herramientas para avanzar y que sean capaces de salir de la situación. Si una mujer sin hogar viene y dice que quiere trabajar, sabes que es complicado pero hay que alentarla. El objetivo se lo marca la persona, por mucho que sea descabellado. Luego pueden conseguirlos o no, pero nunca va a ser un fracaso. Lo importante de todo esto es el bienestar, tener las necesidades básicas cubiertas y luego ya veremos.