Metalófono de "sonoridad no sé si celestial o alienígena". Y también "centelleante y diamantina". Con estos calificativos, define Estíbaliz Espinosa la celesta en sus brillantes notas de programa. Y, puesto que la celesta fue protagonista en las dos obras del concierto y que además no suele haber muchas ocasiones para destacarla, hoy recordamos con gran placer ese timbre de ensueño que la caracteriza y que cautivó a Chaikovsky y a tantos otros: Dukas ( Aprendiz de brujo), Ravel ( Ma mère l'Oye), Bartok ( Música para cuerdas, percusión y celesta), Holst ( Los planetas), Mahler ( Sexta Sinfonía)? Nuestro Andrés Gaos, en el precioso segundo tiempo de su sinfonía En las montañas de Galicia, concede al bello instrumento un lugar privilegiado. Alicia González Permuy tuvo un trabajo agotador: protagonizó con la celesta la Danza del Hada del Azúcar, en Cascanueces, y alternó celesta y piano en Romeo y Julieta. Fue destacada con toda justicia por Litton y aplaudida por todos sus compañeros y por todo el público. Por lo demás, un precioso concierto que Litton llevó con profesionalidad, dirección un poco rutinaria y cierta distancia (Chaikovsky); pero también con entusiasmo e intensidad expresiva (Prokofiev). Bien es verdad que, siendo él muñidor de esa suerte de suite de suites, ama y conoce la obra en profundidad. Y de este modo la transmite hasta emocionar al público, que lo premió con bravos y ovaciones. Antes de dar comienzo el acto musical, se dedicó el concierto a Jesús López Cobos, el gran director de orquesta español, recientemente fallecido, y que fue durante tres años principal director invitado de la Orquesta Sinfónica de Galicia. El público, puesto en pie, guardó un minuto de silencio y, al final, prorrumpió en un espontáneo aplauso. Que Dios lo tenga en su gloria.