A sus 41 años, Simón García ha perdido la cuenta del número de composiciones que ha hecho. "Creo que podré tener sobre cien trabajos, entre piezas publicadas y sin publicar", duda el músico coruñés, que recibe desde hace tiempo encargos desde todos los rincones del mundo. Sus partituras, en formato sinfónico o jazzístico, han recorrido ya cerca de 30 países. Estados Unidos, México, Japón y Alemania son algunos de los lugares en los que han sonado las melodías de este contrabajista, miembro de la Banda Municipal, que suma ahora a su lista de conquistas el Auditorio Nacional de Música de Madrid.

Este martes, la Orquesta Nacional interpretará en él varias de sus piezas. Lo hará como parte del Ciclo de Música de Cámara Los Contrabajos del Siglo XXI, una radiografía de la evolución de la situación del contrabajo, en la que participarán seis miembros de la formación. "Me siento muy contento, es un regalo que me hacen", dice el mugardés, que comparte programa con Jan Alm y Scott Joplin. Él, sin embargo, será el protagonista. García firma seis de las ocho piezas del repertorio, en las que ofrecerá un abanico de sonoridades muy heterogéneas. "El estilo de las piezas es bastante diferente. Van del minimalismo al funk", explica el compositor.

Los ritmos electrónicos de Mali Malist, las percusiones con contrabajo en la pieza de tintes arábicos Al-Andalus y el guiño humorístico al solo de jazz de La trucha de Schubert en River Fisherman serán parte de ese caleidoscopio. A él se sumará Bad Brothers, y dos obras que la orquesta se reserva para el bis, Swing K-1000 y AC-13. La última, como todo lo que compone García, tiene su significado. "Es una pieza sobre la carretera que lleva a mi pueblo, Mugardos. Habla de ese momento en el que estás llegando a casa después de estar mucho tiempo fuera", cuenta el contrabajista, que asegura que la partitura es su modo de "contar historias".

La actuación del martes será la primera vez que las comparta a través de la Orquesta Nacional. Será una ocasión especial para el coruñés, que vacila a la hora de escoger el momento que más le ha ilusionado a lo largo de su trayectoria. "Todos los conciertos con Simón García Sound World. Llamaba a los mejores solistas para tocar y me daban las gracias", confiesa finalmente el mugardés, que ya prepara para este agosto una obra para el Festival Internacional de Lucca.

Haciendo memoria, García señala que su pasión por la composición le viene de herencia. Las piezas que escribía su padre, guitarrista aficionado, le inspiraron a él a probar suerte también con las cuerdas, con las que quiso crear su propia música "desde pequeño". "Empecé a hacerlo de forma natural. Un día mandé una obra a un concurso en Reino Unido, y estalló la bomba", dice entre risas el miembro de la Banda Municipal, que cuenta ya con más de 40 piezas publicadas.

Tres de ellas se estrenarán mañana a las 20.00 horas en el Conservatorio Profesional de Música de Culleredo. Las obras de García sonarán como parte del Festival Internacional de Contrabajo Galicia Graves, donde los alumnos recibirán clases magistrales de profesores y solistas de renombre, como Petru Iuga, para el que el coruñés ha escrito su Fantasy on a Rumanian Folk Song. "Él es rumano, y quería que tuviera algo que ver con la música rumana, así que trabajé con una canción tradicional de allí", comenta el compositor, del que también debutarán Capriccio y Syrinx, un homenaje a Debussy. Con estas partituras, García contribuirá a la promoción del contrabajo, y también a la formación de los jóvenes que, en el futuro, seguirán haciendo crecer el instrumento. "Son los encargados de darle continuidad. El contrabajo está viviendo una etapa dorada, pero todavía puede llegar más arriba. Depende de las nuevas generaciones", concluye el músico.