Nací en Madrid, aunque cumplí un año mi familia -formada por mis padres, Julián y Amparo, y mi hermana Amparo- se trasladó a esta ciudad, donde mi padre fue destinado como conductor del Parque Móvil del Estado, en el que fue el chófer del ingeniero de la Granja Agrícola Experimental, empleo en el que se jubiló cuando esa instalación desapareció.

Nuestro primer domicilio fue en la calle Caballeros, en la casa donde estaba la conocida dulcería Carmiña, frente al cine Monelos, que tantas alegrías dio al vecindario y los chavales de una amplia zona de la ciudad. En aquella sala pude entrar muchas veces gratis porque mi padre conocía a Eladio, el acomodador.

Mi primer colegio fue el Castilla, en A Cubela, al lado del conocido bar El Chacolín, donde paraba mi padre y casi toda la gente mayor de Monelos. De allí pasé a la escuela municipal de Monelos hasta los doce años, edad a la que examiné para entrar en la Escuela del Trabajo, donde hice los estudios de Maestría Industrial. Al terminarlos empecé a trabajar en el taller de Luis Rodríguez Amado en la plaza de Vigo y después en el que abrió en General Sanjurjo como concesionario de Citroën. Años después decidí montar mi propio taller en Betanzos, que después traspasé para abrir otro en la calle Enrique Dequidt, en el que desarrollé el resto de mi vida profesional.

Mis primeros amigos, que formaron mi pandilla de toda la vida, fueron Bugallo, Zurdo, Amador, Juan, María Estar, Finita y Amparito, con quienes jugué en la calle, la Granja Agrícola, la iglesia de Oza, Villa Chita en Monelos, el campo de la plaza y la zona del Saratoga y el Liceo de Monelos, que en aquella época eran campos con ranchitos.

Mi recuerdo de aquellos años era la gran libertad que teníamos para jugar en la calle, por lo que nuestro único pensamiento al salir del colegio era disfrutar de todos los juegos de la infancia, que nos hacían olvidar en gran medida las importantes carencias que tenía la mayoría de las familias, ya que entonces había cartillas de racionamiento y fielatos como el de la calle Caballeros, frente al depósito del antiguo Parque Móvil, donde siempre dejaban aparcada una vieja apisonadora de vapor.

También me acuerdo de los charlatanes que había por las calles, sobre todo los que venían a la plaza de Monelos, como el ciego que contaba historias ayudado por un lazarillo que iba pasando lentamente unos dibujos pintados en unos lienzos que ilustraban lo que decía. También había vendedores que ofertaban todo tipo de productos, como lociones para los golpes y crecepelos milagrosos, y trileros que intentaban engañar a la gente en una mesita de madera en la que ponían unas bolitas que tapaban con unos dedales. Otros de los que acudían allí eran el señor que vendía miel, el que vendía alcanfor, el vendedor de cepillos para limpiar botellas y los colchoneros, que iban por las calles a grito pelado anunciando que arreglaban colchones y somieres metálicos.

Nuestros cines preferidos eran los Monelos, Gaiteira, Doré y España, en los que lo pasábamos muy bien, ya que los domingos estaban llenos de chavales. Cuando crecimos, empezamos a salir por el centro y recorrer las calles de los vinos, así como a asistir a los bailes que se realizaban en el Mena, Saratoga, El Seijal, La Granja, Santa Lucía y Finisterre.

A los doce años empecé a jugar al fútbol en el Oza Juvenil, club en el que estuve hasta los dieciocho años, edad en la que fiché por el Fabril, en el que jugué tres años. Posteriormente estuve en el Compostela, Endesa, Betanzos y Arosa, hasta que a los treinta años me pasé al fútbol sala en el equipo Loureda, con compañeros como Pellicer, Loureda, Nanuco, Belló, Pistón y José Luis, con quienes fui campeones en todos los torneos en los que participamos. A los dieciocho años jugué además en el estadio de Riazor con la selección gallega juvenil con Silveira, Amador, Zurdo, Gelín, Pin y los hermanos Cera.

Estoy casado con Fina, que era vecina de A Grela, con quien tengo dos hijos, Julián y David, quienes nos dieron tres nietos, Xandre, Xoel y Claudia, que en estos momentos son nuestra única diversión.