El molino de A Gramela saldrá de los almacenes municipales para volver a ponerse en pie, aunque antes habrá un proceso participativo que el Concello pretende abrir junto a la asociación vecinal para que sean los residentes en el barrio los que, finalmente, decidan "el emplazamiento final" y la "tipología de la reconstrucción" que desean para una de sus infraestructuras icónicas, según explicaron fuentes municipales a preguntas de este diario.

El presidente de la entidad vecinal, Ricardo Seixo, asegura que el colectivo de residentes "no aceptará" ninguna otra ubicación que no sea el parque del Observatorio, la que lleva defendiendo desde que su emplazamiento original fue engullido por edificios de viviendas, ya que no permitirá que el que fue un emblema y seña de identidad de su barrio se mude a otro lugar.

"Esto tiene una parte mala, que hay que esperar -ya que el Concello no es el dueño de estos terrenos y el parque está todavía pendiente de desarrollo-, pero después de 34 años, ya nos da igual esperar un poco más y ver el molino en el barrio", explica el presidente de la entidad vecinal.

El Concello le propone otras alternativas en las que el molino podría empezar a levantarse inmediatamente, pero que suponen el divorcio con el barrio, entre ellas, el parque de Visma y el mirador que hay antes de llegar al parque de Bens. En los planes de la asociación vecinal no entra apoyar ninguna de estas propuestas y así lo expresó ayer su directiva en la asamblea general.

El concejal de Rexeneración Urbana e Dereito á Vivenda, Xiao Varela, y la edil de Participación Cidadá e Innovación Democrática, Claudia Delso, mantuvieron esta semana una reunión con la asociación vecinal y, según explica el presidente de los residentes, Ricardo Seixo, le garantizaron que serán los vecinos los que decidan el emplazamiento final del molino, que el Gobierno local no tomará la decisión de erigirlo en un lugar que vaya en contra de la voluntad de los residentes del Agra.

Para que todos los interesados en este proyecto puedan tener una opinión formada e, incluso, conocer más sobre el pasado de su barrio, el Concello ha realizado un estudio previo -con imágenes y textos explicativos- que serán expuestos para su consulta. "Nosotros le dijimos que pueden traer los murales a la asociación, para que los puedan ver los vecinos", comenta Seixo, que no descarta que sean exhibidos también en el Ágora, dentro del marco del proceso participativo.

En el Dillo Ti que llevó al Gobierno local al Agra do Orzán, el sábado 9 de julio de 2016, el alcalde, Xulio Ferreiro, había anunciado que el molino, tal y como habían solicitado los vecinos durante más de treinta años, volvería al barrio en unas "semanas"Dillo Ti l Agra do Orzán. En esa reunión, el Gobierno local se comprometió también a devolver la estatua de los Liberales a su ubicación original, en la plaza de As Conchiñas, tras someterla a una reforma para dotarla de "más sombra" y para mejorar su accesibilidad. Ese paso todavía no se ha completado.

Para sentar las bases de la vuelta del icónico molino de viento del Agra do Orzán, el Concello encargó un estudio previo que habla no solo de esta edificación sino también del pasado de la ciudad, de que en 1812 existían dos molinos de viento en la zona que aparecen "claramente representados en un plano militar" y que, junto a los de "Santa Margarita formaban una agrupación de seis molinos de viento que dominaban visualmente la ciudad". Este documento apunta además a que, en tiempos pasados, estas construcciones y su entorno fueron "escenario de batallas".

Los molinos -señal de pan y de agua- dejaron de funcionar en 1869 en la ciudad, según consta en estos documentos elaborados por el Concello, ya que fueron desbancados por los nuevos recursos energéticos y, aunque ya sin actividad, las torres de piedra siguieron en pie durante años.

La del molino de A Gramela sucumbió al desarrollo urbanístico del barrio y fue desmontada piedra a piedra en 1984 porque el entonces alcalde, Francisco Vázquez, lo consideraba "un tapón urbanístico". Sus restos estuvieron abandonados durante casi treinta años en el parque de Santa Margarita, a pesar de que los vecinos nunca dejaron de luchar por recuperarlo y por verlo, de nuevo, en pie. En 2013 sus sillares fueron trasladados a un almacén municipal, el mismo destino que recorrió la estatua de los Liberales.