El Coro Carabé se fundó el pasado año para intervenir en estos Encuentros. Los integrantes de la agrupación son todavía muy pocos (nueve en total) y están comenzando su andadura; así, no es de extrañar que se produzcan algunos desequilibrios entre las cuerdas. Por fortuna, están bajo la experta mano de José Manuel Yáñez que además actúa como pianista. De manera que cabe augurarles un notable y cercano porvenir. En el concierto del pasado domingo, tuvieron algunas actuaciones muy lucidas, como el precioso Ave María, de Caccini, que se benefició de un acompañamiento de flauta (Bernabé Simes) y piano (Yáñez); también, Signore delle cime, de Giuseppe de Marzi, cantada a capella; y, sin duda, el spiritual, Tell it of the mountain con que se concluyó el concierto y que valió muchos aplausos al Coro Carabé. En segundo lugar actuó la agrupación integrada por el Coro y la Camerata de la Escuela de Música Municipal. En este caso, los medios son muy superiores: un coro numeroso y un grupo de trece instrumentos: siete arcos, dos flautas, un clarinete y un piano (Alexis Cándida Díez). Contando con estos amplios elementos, Pablo Carballido, músico de bien probado oficio como director y como cantante, consiguió una esplendorosa sonoridad. Los momentos más sobresalientes se produjeron en el Tollite hostias, del Oratorio de Noël, de Saint-Saëns; Alla mente confusa, de Tosti (solista, Iván Fernández); How beautiful, de El Mesías, de Haendel; y Gloria in excelsis Deo, del Gloria, RV 589, de Vivaldi. Esta última obra, brillante y sonora, fue acogida con grandes aplausos y exclamaciones de entusiasmo. Breve reflexión: los organismos oficiales subvencionaban tiempo atrás estos Encuentros de Música Religiosa. Ya no lo hacen, pese al arraigo en la ciudad de estos Encuentros, ya en su XXIX edición. Quizá sea debido al carácter de esta música. Sería un grave error. Grandes compositores han dejado verdaderas obras maestras de este carácter para la posteridad. Y no se trató sólo de músicos creyentes; compositores agnósticos, indiferentes e incluso ateos han sabido hallar en esta música, denominada religiosa, un sentido admirable de esa espiritualidad que también caracteriza al ser humano.