- ¿Por qué la Sagrada Familia se convirtió en un barrio de acogida de la ciudad y no lo fueron otras zonas?

-Tanto la Sagrada Familia como el Agra do Orzán se convirtieron en barrios de inmigración cuando las personas extranjeras llegaron a Galicia, sobre todo, procedentes de África y de América Latina en los años 2002 y 2003. Fue también cuando se convirtió España en un país de inmigración. Empezaron a llegar personas que percibimos como extranjeras, pero Galicia siempre fue receptora de inmigrantes. La Sagrada Familia era un barrio donde había unas viviendas asequibles para poder formar una nueva vida. Esta población que llegaba en los primeros años 2000 no tenía gran riqueza, venía en busca de una oportunidad para ganar dinero y ahorrar, quería invertir lo menos posible en la ciudad en la que iba a estar.

- Los inmigrantes que se asentaron en la ciudad, ¿venían para quedarse en A Coruña o no era su destino?

-Sorprendentemente, para muchos de ellos, ni siquiera España era el lugar elegido, sino que era un país en el que la oportunidad de llegar y establecerse era más elevada que en otros, como Francia, que es el lugar de referencia para la población africana. En ese momento, había unas leyes migratorias bastante laxas, que permitían la entrada de mucha población irregular, a pesar de que el discurso oficial era de cierre de fronteras. El asentamiento era sencillo porque había un gran mercado laboral irregular en la construcción, el servicio doméstico y la hostelería. La llegada a A Coruña se produjo por varias vías. Algunas personas procedentes de América Latina podían ser demandantes de nacionalidad, ya que sus abuelos eran gallegos. Los africanos buscaban más un lugar a través de contactos que tenían de otras personas que habían venido previamente, algunos, expulsados por el precio de la vivienda en las grandes ciudades, y otros buscando otro ambiente más relajado.

- Ahora hay una segunda generación, jóvenes nacidos en A Coruña de padres inmigrantes...

-La integración nunca se puede decir que es sencilla cuando conviven nacionalidades distintas en un entorno vulnerable económicamente porque hay prejuicios vecinales asociados a su color de piel, a su religión... Y eso sale a la luz, aunque también es cierto que, a medida que los inmigrantes entran en contacto con los vecinos, existen elementos de integración, por ejemplo, las parejas mixtas, que son cada vez más visibles en la ciudad, también a través de los centros escolares, que es donde está el elemento más importante. Debemos potenciar y favorecer una formación a los profesores basada en la multiculturalidad, porque, actualmente, los colegios que están en el área de la Sagrada Familia no son los que las familias coruñesas eligen preferentemente para llevar a sus hijos. La población inmigrante es una de las razones de peso por la que los padres y las madres coruñesas huyen de estos centros y llevan a sus hijos a concertados.

- ¿Es la educación en estos centros una oportunidad para crecer en la diversidad?

-Sí, pero si los docentes no se forman en la diversidad y no se les dan recursos a estos centros, la integración será más difícil. Es muy importante, cada vez hay más jóvenes inmigrantes que acusan haber tenido una educación racista.

- ¿Sufren discriminación los jóvenes de segunda generación por su piel o por sus raíces?

-Sí, todos estamos sujetos a los prejuicios, sobre todo en la adolescencia. Todos buscan parecerse a los demás y no ser diferentes. Proceder de una familia de origen con una cultura muy diferente a la dominante no les beneficia. Espero que el contacto humano nos haga más sabios y mejores. Sería bonito estudiar cuánta gente coruñesa se ha ido de la Sagrada Familia y si una de las razones ha sido la llegada de población migrante, por falta de preparación, por odio a lo desconocido, por ausencia de políticas públicas que favorezcan la integración... Cada vez hay más asociaciones y ONG que se encargan de esto, pero se ha dejado a la arbitrariedad de la convivencia la integración y eso es un error. Estos barrios creo que necesitan una inversión pública.

- ¿Los adultos se integraron con los vecinos en la Sagrada Familia o hicieron grupos por nacionalidades?

-Tuvieron una integración deficitaria. No hay ataques racistas, pero sí actitudes racistas. Es muy fácil ver que hay una A Coruña blanca y otra multicolor. Una vez que bajas la avenida de Finisterre después del parque de Santa Margarita, la ciudad es mucho más blanca. El centro, que siempre había sido un lugar muy popular, interclasista, donde habitaban personas de todas las clases sociales, y todo el mundo iba al centro a disfrutar de la ciudad y de las playas, cada vez lo es menos, porque la población que no es coruñesa o blanca se queda más en los barrios, que suelen ser más marginales. Seguramente lo hagan por miedo si están en situación irregular o porque han visto actitudes poco integradores.

- ¿Es A Coruña racista?

-No puedo decir en qué medida, pero sí que hay actitudes racistas por estereotipos que hay integrados.

- Pero hay otras que no, ¿no?

-Sí, hay oasis en este proceso. Tampoco creo que los ataques racistas sean a los inmigrantes en general, sino a unas nacionalidades más que a otras, por ejemplo, a rumanos y africanos, que son más vulnerables porque son más diferentes.

- ¿Está ligado al factor económico? Andone el jugador del Dépor

-No lo sé, los futbolistas también sufren ataques racistas. Mientras sea útil, se le seguirá, pero cuando no lo sea y falle, podrán venir ataques racistas.