Una vecina de la ciudad volverá a ser juzgada por presuntamente acuchillar a su marido. Ya lo había hecho al menos otra vez, por la que fue condenada en noviembre de 2016 a dos años de cárcel. En aquella ocasión le hirió con el arma blanca en el cuello. La procesada fue detenida por otra agresión a su pareja en marzo de 2016, por lo que la Fiscalía le imputa un delito de violencia habitual.

La acusación pública sostiene que durante la madrugada del 22 de enero de 2017 acometió a su novio en un brazo con un "cuchillo de cocina del tipo de corte de grandes piezas de carne" y lo encerró en la vivienda durante seis horas hasta que lo liberó la policía. Por la detención ilegal también está imputada la hermana de la sospechosa, quien se enfrenta a una petición de cinco años y medio de cárcel.

La compañera sentimental de la víctima está acusada de un delito de lesiones agravado por reincidencia, de otro de violencia habitual cometido en el domicilio del afectado y, por último, de un delito de detención ilegal. Por todos ellos el Ministerio fiscal demanda que sea sentenciada a trece años y medio de prisión, así como a la prohibición de comunicarse por cualquier medio con el denunciante o de aproximarse a menos de 200 metros de su domicilio, vivienda, lugar de trabajo o cualquier otro en el que se encuentre durante quince años y medio.

La Fiscalía relata en su informe sobre los hechos que la mujer estaba con su hermana sobre las tres de la mañana del 22 de enero de 2017 en la cocina del inmueble en el que residía con su compañero sentimental, situado en la zona de A Falperra. La mujer, "que no consta que estuviese bajo el influjo de bebidas alcohólicas", según el fiscal, inició una discusión con su pareja, durante la cual le cortó en el antebrazo derecho con un cuchillo. El hombre comenzó a sangrar "profusamente" y bajó por las escaleras del edificio hasta la segunda planta. Al cabo de unos minutos, volvió a subir a su casa, donde el Ministerio público sostiene que ambas hermanas le quitaron las llaves y le impidieron salir.

La víctima consiguió llamar al cabo de unas horas a los servicios de emergencias, por lo que la Policía Nacional se desplazó a la vivienda. Una de las dos procesadas les gritó desde dentro que el hombre había arrojado las llaves por la ventana, por lo que los agentes tuvieron que llamar a un cerrajero. Los funcionarios liberaron al afectado seis horas después.

Una vez dentro de la casa, la compañera sentimental de la víctima les entregó a los policías unas llaves del piso que tenía escondidas entre su ropa. Las dos hermanas se identificaron ante el 091 como amigas hasta que comprobaron que, en realidad, eran familiares. Los funcionarios, además, decomisaron el cuchillo. Una de las procesadas tenía escondida el arma blanca bajo su cuerpo cuando estaba sentada en un sillón. Al ordenar que se levantase, los agentes descubrieron el cuchillo.

La víctima tuvo que ser trasladada al servicio de urgencias del complejo hospitalario Universitario, donde le suturaron la herida. En curar tardó siete días, ninguno de los cuales estuvo incapacitado para realizar sus tareas habituales. El perjudicado renunció a toda indemnización que pudiera corresponderle por estos hechos, por lo que la Fiscalía no la reclama.