Desde el mismo día de su instalación -incluso antes, cuando se conocieron los diseños- las terrazas cubiertas y acristaladas de la plaza de María Pita han suscitado tantos rechazos como aprobaciones de vecinos, arquitectos, urbanistas y hosteleros, más numerosos quizá los primeros. Los coruñeses se han acostumbrado a ellas desde 2002, cuando durante un mandato de Francisco Vázquez fueron colocados doce modelos ideados por el arquitecto municipal Antonio Desmonts. Con un régimen de concesión de 25 años seguirán formando parte del mobiliario de la plaza hasta 2027. Hoy se mantienen once y todavía hay quejas por su diseño. El arquitecto Fernando Blanco propone un cambio en estos elementos, su cubrimiento e interconexión con barras metálicas y vegetación, una idea que ha enviado al Gobierno municipal este año y por la que espera respuesta.

La finalidad de su propuesta es "suavizar" el impacto de las terrazas en el entorno sin retirar las estructuras. "En los últimos años se ha hablado de corredores verdes en varias partes de la ciudad, pero el verde, que ya lo hubo hace tiempo en María Pita, falta en la plaza, además de sombras. Se trataría de crear en los bloques un artificio más placentero a modo de tapiz verde", explica Blanco.

Su proyecto, para el que estima un coste aproximado de 82.000 euros y una ejecución "inmediata y no compleja", consiste en ocultar e igualar las superficies de las cubiertas piramidales de las terrazas mediante celosías horizontales de barras metálicas galvanizadas o secciones de madera en las que colocar plantas trepadoras u otro tipo de vegetación. La cota del nuevo plano de las cubiertas se correspondería con la línea de la base de los arcos de cada estructura y se propone sustituir los accesos cilíndricos desde los soportales por otro elemento más sencillo.

"A mí los bloques que hay me parecen tenderetes horribles, y esta es una opinión generalizada entre los arquitectos. Interrumpen la elegancia de los pórticos, rompen superficies lisas y carecen de verde", comenta Fernando Blanco, que considera que la inversión propuesta es "exigua" para el resultado final obtenido. Sugiere además que no se descuide el mantenimiento de cada terraza y que se limpien y ventilen los suelos cerrados de cada una, donde se acumula suciedad y por donde se esconden ratas.

Las terrazas de María Pita están instaladas frente a establecimientos de hostelería de los soportales de la plaza, levantadas ligeramente sobre tarimas, con tejado de elementos piramidales y cristales laterales que protegen toda o gran parte de su superficie. En junio de 2002 se colocaron doce y en mayo de 2009, cuando había catorce, fue retirada una, la más próxima al acceso a la plaza por Puerta Real; ahora hay once. Al Concello le costó 14.000 euros desmontar aquella instalación.

El exalcalde Javier Losada encargó en 2008 al arquitecto Alejandro Zaera una reforma de María Pita que incluía un posible cambio de terrazas, pero las estructuras, por las que los hosteleros pagan cada año de concesión y que en general defienden mantener, siguen tal cual en la plaza.