Algunos de ustedes recordarán aquella película que nos dejó impactados cuando se estrenó en España el año 1946: Fantasía, de Walt Disney. El genial cineasta estadounidense había seleccionado algunas obras de música clásica y las había ilustrado en muchos casos con dibujos animados. Una maravilla, en la que destacaba la adaptación de la balada de Goethe, con música de Paul Dukas, El aprendiz de brujo. El joven mago era el célebre ratón, Mickey. Stokowsky, un genio de la dirección de orquesta, había realizado una lectura maravillosa para la banda sonora de la película con la soberbia Orquesta de Filadelfia en 1940. Por desgracia, aunque nuestra Sinfónica de Galicia hubiera podido realizar también una extraordinaria versión, bajo la batuta rutinaria y reiterativa de Tausk, sólo pude ofrecer una interpretación menos que discreta; incluso, por momentos, ruidosa, chillona y confusa. ¡Una obra tan bella y una orquesta tan buena! Tampoco se alcanzaron grandes logros interpretativos con otra preciosa partitura: El mar, de Debussy. El director holandés pareció otro con Prokofiev. Tal vez porque la va mejor este repertorio o porque se sintió estimulado por la magistral versión de la pianista, lo cierto es que la gesticulación fue más intensa, rica, variada; acertó con su labor concertadora; y de ese modo la orquesta recuperó su habitual eminencia artística. El soberbio segundo movimiento -tema con variaciones-, por virtud del toque sutilísimo de la joven pianista italiana y una maravillosa capacidad para la regulación dinámica de la agrupación, alcanzó las habituales cimas de excelencia de nuestra OSG.