No existe la seguridad absoluta cuando se habla de las playas, hay un componente, el humano, con el que los profesionales cuentan, aunque abogan por paliarlo con prevención, con alertas en las playas y con personal formado durante todo el año en sus orillas o, cuando menos, en los momentos en los que arrecia el temporal para evitar más muertes en Riazor y en el Orzán. Y es que, son catorce en tan solo doce años.

Otra manera de mejorar la seguridad parte de la ingeniería, de modificar el litoral para que las aguas lleguen con menos fuerza a los arenales. Estas dos alternativas a un mismo problema, el de la falta de seguridad de las playas, sonaron ayer en el salón de actos del Sporting Club Casino, en el que fue el séptimo debate del ciclo Soluciones políticas a los problemas ciudadanos, en el que ayer, el Orzán y Riazor fueron protagonistas absolutos.

El ingeniero de costas, experto en dinámicas del litoral y profesor en la Universidade da Coruña, Juan Acinas, explicó ayer que, desde su ámbito, se puede conseguir que las corrientes cambien de rumbo y también que las olas lleguen con menos fuerza. Hay varias opciones según el nivel de interferencia que se consienta en el medio ambiente. La primera y menos invasiva implica suavizar el fondo de la playa. Es una solución que, según explicó ayer Acinas, no afectaría a las dos playas por igual y que reduciría el oleaje solo en una parte. A esta solución, Acinas suma otra, un poco más agresiva y efectiva, aunque invisible a los ojos de los paseantes: la reducción del ancho de la bocana de la ría, con la construcción de dos diques semisumergidos que ampararían la playa.

Acinas propone recuperar este proyecto que ya se intentó poner en marcha en 2006, pero que, finalmente, Demarcación de Costas descartó al considerar que era una medida demasiado costosa.

En sus ideas para mejorar la seguridad en la playa exclusivamente desde la Ingeniería, Acinas propone también que, a la combinación del suavizado del fondo y a los diques, se le sume un relleno que tenga como objetivo aumentar la superficie de la playa hasta los 80 metros de ancho -actualmente tiene 25- para que el mar rompa más lejos de la orilla e, incluso, pone encima de la mesa la creación de una falsa isla -siguiendo el modelo de San Sebastián, aunque la suya sea natural- que serviría no solo para que decrezca la fuerza del mar sino también para convertirse en una base náutica y en la sede de un observatorio del mar.

Esta solución, según explicó ayer Acinas, generaría una "zona de calma" enfrente de la isla y provocaría que las corrientes entrasen en la bahía en línea recta y no en sentido de las agujas del reloj en Riazor y en sentido contrario en el Orzán, como pasa actualmente.

La portavoz del BNG, Avia Veira aclaró ayer que estas actuaciones necesitan no solo la aprobación de Demarcación de Costas sino también su presupuesto, por lo que centró sus peticiones al Concello en la mejora de la señalización, sobre todo de los escalones. Si es preciso, con pantallas, en tierra y con la leyenda peligro de muerte en caso de que haya alerta roja.

La concejal de Igualdade e Diversidade, Rocío Fraga, que tiene delegadas las competencias de Seguridade Cidadá, aseguró que la instalación de paneles más específicos que adviertan de los peligros que entrañan las playas está encima de la mesa y que se mejorarán los existentes para evitar más tragedias. Reivindicó además que "las sanciones" impuestas a las personas que se saltan las órdenes de la policía de abandonar la playa en pleno temporal, son "ejemplares".

El concejal socialista José Manuel Dapena, incidió ayer en que, ya que no se puede "poner vigilancia en todo el litoral" sí que se podría "reforzar en Riazor y Orzán" durante todo el año por su cercanía a las zonas de ocio.

Uno de los asistentes a la charla, que fue coordinador de socorristas en las playas de la ciudad y que acudió como público, reclamó ayer más prevención y aseguró que tener "un retén durante todo el año" vigilando los arenales costaría a las arcas municipales unos "100.000 euros" -una cantidad que se tendría que sumar a los 368.000 euros que cuesta el servicio en verano, cuando están todas las playas cubiertas durante diez horas-.

Este profesional incidió en que es mucho más barata la prevención en los arenales que un dispositivo de rescate de un cadáver e, incluso, que las soluciones propuestas por el profesor Acinas, que se aventuró a decir que la construcción de los diques semisumergidos costaría unos cinco o seis millones de euros. Es una solución, según explicó ayer el coordinador de socorristas, que los profesionales llevan "pidiendo mucho tiempo" ya que están seguros de que ayudaría a "reducir muertes".

La concejal del PP Begoña Freire defendió ayer la puesta en marcha de iluminación a lo largo del paseo marítimo, una propuesta que gusta a los profesionales ya que les permitiría tener una visión mejor de la playa durante los primeros momentos de una intervención. Fraga explicó ayer, sin embargo, que no es posible dotar al paseo de este servicio porque, al igual que las cámaras, solo se pueden usar en momentos puntuales. Abrió la puerta también a que el servicio de socorrismo sea más flexible al ampliarse la temporada de baño.