Mateo Hervada y su hermano Hugo son habituales en la biblioteca municipal de Monte Alto. Solo tienen cuatro y seis años, respectivamente, pero ya disfrutan sumergiéndose en historias de piratas o brujas. Entre libros, se sienten como en casa. Tanto es así que no dudaron en llevar a sus peluches favoritos a pasar una noche en la biblioteca con motivo de la celebración del Día del Libro Infantil.

"El pequeño, Hugo, no lo tenía muy claro. Decía: 'Que no me pierdan a Bob Esponja", recuerda su madre, María Hervada, que empezó a llevar a sus hijos a la biblioteca cuando estos tenían menos de un año. Además de participar en cuentacuentos y otras actividades, Mato y Hugo se entusiasmaron con la idea de dejar a sus muñecos lejos de casa por una noche.

Esta iniciativa llegó a España el año pasado y la biblioteca de Monte Alto no dudó en organizarla. Es una fiesta de pijamas en la que los peluches de los pequeños lectores se divierten juntos y descubren cuentos para recomendárselos a sus dueños. "Al día siguiente, cuando el niño va a buscar su peluche, se lleva el libro que este ha estado leyendo", explica Hervada, quien asegura que se trata de "una idea muy original".

El objetivo es que los niños identifiquen la biblioteca como un espacio divertido, que si su muñeco se lo ha pasado tan bien leyendo, ellos también pueden. "Es una buena forma de que se inicien en la lectura", opina la madre de Mateo y Hugo, quienes "alucinaron" cuando regresaron a Monte Alto a recoger a Bob Esponja y Son Goku. "Les proyectaron a los niños diapositivas con fotografías de lo que hicieron sus peluches durante toda la noche. Era como un cinexin y hasta parecía que se movían. Fue muy divertido", recuerda.

"Mira qué atentos están a la historia, mamá", comentaban los hermanos Hervada tras ver las aventuras de sus peluches como si de una escena de Toy Story se tratara. "Les impactó mucho ver a los peluches en esa minipelícula", apunta María Hervada, que cree que hay que tener "mucha imaginación" para desarrollar este tipo de actividades.

La fiesta de pijamas se hizo popular el año pasado tras un estudio del japonés Yoshihiro Okazaki publicado por la revista Helyon, en el que manifestó que está demostrado que, tras una iniciativa similar, aumentó el número de niños que se interesaron por los libros del área preescolar aunque el efecto se fue perdiendo según pasaban los días. Después de un mes, volvieron a enseñarles las fotografías de aquella noche en la biblioteca, y las ganas de leer aumentaron de nuevo.

La biblioteca municipal de Monte Alto está planeando una nueva quedada de peluches, aunque todavía no ha confirmado la fecha. Mateo y Hugo Hervada tienen claro que quieren repetir. "Así aprenden a curiosear entre los libros", indica su madre, que reconoce que la "librería" de los pequeños ya está "más llena" que la suya. "Siempre quieren leer un cuento antes de dormir. Por muy cansados que estén, es algo que no perdonan", añade.

Casi desde la cuna tienen carné no solo de la biblioteca de Monte Alto sino también de la González Garcés y Rosalía de Castro. "Creo que es bueno que tengan ese hábito de lectura desde muy pequeños", expone María, a la que le hubiese gustado participar en estas actividades en su infancia. "Ahora hay de todo. Cuentacuentos, lecturas para bebés, meriendas con cuentos, títeres...", enumera. Y sus pequeños nunca fallan.

Pero si Hugo y Mateo tuviesen que elegir un libro, ese sería El monstruo de los colores. Pueden leerlo una y otra vez. "Está muy bien porque explica las emociones. Cada color es una. Por ejemplo, el rojo es la ira. Así saben identificarlas mejor", detalla su madre, que suele escoger en la biblioteca libros con temática social para concienciar a sus niños. "Me gustan los que tratan la inclusión social o el bullying. Si la protagonista de un libro está en silla de ruedas pues estupendo, porque también tienen que ver que eso existe y que todo el mundo tiene que jugar, leer y pasarlo muy bien", concluye.