En el Dillo ti de diciembre de 2016, celebrado en la Ciudad Vieja, un grupo de vecinos protestó porque desde el mes anterior había personas en el interior de las abandonadas (y cerradas) naves de la antigua Comandancia de Obras. El alcalde, Xulio Ferreiro, respondió que el Gobierno local trataría de "gestionar el problema desde el diálogo". El edil de Rexeneración Urbana, Xiao Varela, añadía que el Concello estaba hablando con el Ministerio de Defensa, entonces propietario de la instalación, para solucionar la presencia de okupas, a los que -resaltaba- no se les echaría del recinto a la fuerza. Los okupas se mantuvieron hasta este miércolesokupas , durante 18 meses, en Comandancia, donde han celebrado diversas actividades. No fueron sacados a la fuerza, ya que no había nadie en las naves por la mañana, cuando la Policía Local entró en el lugar. Pero el diálogo con el Concello y las ofertas que hizo a A Insumisa para participar en el diseño del espacio municipal no sirvieron para una salida pacífica. Las protestas de usuarios y simpatizantes acabaron con el uso de la fuerza por parte del 092 y el 091, con el saldo de una detención y varios heridos.

Del Cidea a Naves de MetrosideroEl Gobierno local, titular del antiguo complejo militar desde que Defensa se lo cedió a comienzos de este año, enfila tras el fin de su okupación ilegal una nueva etapa para dotarlo de utilidad pública, como ya había previsto el PP en su mandato. Los populares proyectaban en 2014 un centro destinado al diseño y la creación, al que llamaron Cidea, plan para el que anunciaron varias veces la licitación pero para el que solo convocaron un concurso de ideas. El Ejecutivo actual tumbó esta iniciativa y apostó por su conversión en un centro de actividades sociales, culturales y deportivas para los jóvenes, bautizado como Naves de Metrosidero. Ya sin okupas, la resolución inminente de trámites técnicos dará paso a unas obras de rehabilitación de parte de las naves a cargo de Fomento que durarán unos 16 meses.

Primeras protestas. La okupación de Comandancia el último año y medio por parte del Centro Social Okupado A Insumisa ha pasado por distintos episodios de indefinición y conflicto. Llegó por primera vez al pleno en diciembre de 2016 con una moción del PP en la que solicitaba su desalojo y que halló la oposición de Marea y el BNG y la abstención del PSOE. A finales de aquel año los okupas organizaban en las naves una fiesta declarada ilegal por el Concello pero que se celebró sin quejas por molestias. Defensa denunció la okupación tras el anuncio de la fiesta de Fin de Año, pero un juzgado de Instrucción coruñés decretó que no existía un delito de usurpación porque tanto el Estado como el Condello toleraban la permanencia de okupas.

Problemas de seguridad. Al mes siguiente el Concello derribaba una de las naves en ruinas, la más próxima al paseo marítimo, por riesgo de desplome. La ejecución se hizo de forma subsidiaria, después de que Defensa no respondiese desde hacía meses a las reiteradas peticiones municipales de demoler ese edificio. El grupo local del PP acusaba al Gobierno de Marea de tolerar la presencia de okupas y la realización de actividades económicas dentro de Comandancia, a lo que el Ejecutivo respondía que la custodia del mismo correspondía a Defensa -entonces su propietario- y que no tenía constancia de actividad comercial. Los usuarios de las naves habían empezado a organizar talleres, conciertos, asambleas y otras actividades culturales y deportivas autogestionadas, para lo que adecuaron el interior de algunas naves.

Una reforma interrumpida. Comandancia seguía okupada pero su futuro era muy incierto. Fomento había licitado en noviembre de 2015 -el mes en que empezó a entrar gente en la instalación- la reforma de parte de las naves intramuros por 1,3 millones de euros, pero paralizó el proceso de contratación cinco meses después por un problema administrativo en los pliegues del concurso. El Ministerio retomó la licitación en marzo de 2017 con el mismo presupuesto y un plazo máximo de ejecución de 16 meses y adjudicó las obras por un millón a finales de diciembre, la misma semana en la que el Concello anunció en público su proyecto de convivencia para la juventud, Naves de Metrosidero.

Diálogo frustrado. La difusión de los planes municipales en Comandancia abrió en los meses siguientes un escenario de confrontación y desigual voluntad para el entendimiento con A Insumisa, ya que el ofrecimiento de diálogo por parte del Concello para liberar el recinto con el fin de que comenzasen las obras se tropezó con la negativa de los okupas a abandonar las naves por propia iniciativa. El Gobierno local celebraba en enero la cesión de Defensa de 17 parcelas en A Maestranza para su uso público, entre ellas las instalaciones de Comandancia, pero los intentos por conversar con sus usuarios temporales, a los que les ofreció participar en el nuevo espacio colectivo en el futuro, encontraron siempre el no por respuesta, al no considerar legítimo al Ejecutivo como parte del poder institucional, y las críticas por proponer un proyecto parecido al de A Insumisa.

Oposición y retraso. El Gobierno local empezó en los últimos meses a difundir información sobre Naves de Metrosidero entre distintos colectivos. Usuarios de Comandancia asistieron a esos encuentros o se manifestaron a las puertas de los lugares donde se celebraron para reiterar su negativa a salir de Comandancia y acusar al Concello de querer desalojarla a la fuerza. Tras la adjudicación de la reforma y después de que se pospusiera por un plazo legal de seis meses el comienzo de los trabajos porque continuaba la okupación, el alcalde manifestó la impresión de que el lugar estaría vacío antes de julio.

Desalojo. A finales de abril el Concello dio a A Insumisa un plazo de ocho días hábiles para abandonar Comandancia de forma voluntaria a partir del momento en que recibiesen la notificación municipal, de lo contrario serían desalojados por la policía. Lo hizo después de desestimar las alegaciones que presentaron para evitar el desalojo porque no aludían a las cuestiones jurídicas sino a otras que no tenían que ver con el procedimiento. Los okupas comenzaron hace días a retirar pertenencias del interior y este miércoles, día que ellos consideraban como el último del plazo, no había nadie dentro cuando entraron agentes del 092, por lo que no llegaron a ser desalojados.