"Aprendimos que las cosas se consiguen trabajando", aseguraba ayer dentro de su puesto de venta Martín Ferreiro, uno de los alumnos de las Jesuitinas de 4º de Primaria que participaron en María Pita en el mercadillo organizado dentro del proyecto Semente. "Nos costó mucho trabajo hacer todas las cosas para vender, pero al final merece la pena porque es una algo que solo haces una vez en la vida y es muy divertido salir a la calle y vender", comentaba el estudiante. Su compañero Jaime de la Fuente, de nueve años, destacaba que durante la actividad aprendieron "cosas de empresa y negocios".

El centenar de alumnos de nueve centros educativos de la ciudad que ayer se convirtieron en vendedores por un día estaban entusiasmados con el proyecto, que tiene como objetivo que los estudiantes obtengan conocimientos sobre la puesta en marcha de una cooperativa empresarial y los pasos necesarios para diseñar y llevar a cabo proyectos de emprendimiento. El programa desarrollado a lo largo del curso terminó ayer, como todos los años, con el Mercado da Semente, en el que se pudieron adquirir productos elaborados por los niños, entre ellos colgantes, marcapáginas, muñecos, juegos, fundas de flautas, chapas o pulseras. Los colegios destinarán una parte de lo recaudado para ONG o asociaciones sin animo de lucro elegidas por ellos y, otra, para viajes de fin de curso o para organizar una fiesta para los alumnos de Primaria.

"Nos gusta mucho vender y atender a la gente", decían Ángela Rama y Clara Freire, alumnas de las Jesuitinas, quienes señalaban orgullosas que casi habían vendido todas las fundas para flautas que habían cosido a mano con mucha dificultad. "Quedan dos de unas 54 que teníamos", comentaban sonrientes. Su compañera Alba Díaz, de 6º de Primaria del CEIP Juan Fernández Latorre contaba que el producto estrella de su puesto habían sido los "colgantes de botellitas pintadas con sal", que a última hora de la tarde ya estaban agotadas. De hecho, tuvieron que decir en más de una ocasión a algunos clientes que se habían terminado. "Lo que menos compran son los botes decorados, por eso los rebajamos ahora. No nos costaron mucho porque los botes de cristal los llevamos de casa", señalaba sonriente. "Lo más divertido es vender. Hacer el trabajo en clase es más complicado porque a algunos les cuesta más y hay que ayudarlos porque repartimos las tareas por igual", explicaba Alba. Al igual que otra alumna del centro, Celia Ferro, destacó que la "cooperación" fue el mejor aprendizaje. "Fue una muy buena experiencia porque también nos enseña a vender, a saber cómo se hace", indicaban.

Judit Rodríguez, profesora de 6º de Primaria de CEIP Fernández Latorre afirmaba que en Carnaval sus alumnos realizaron un "simulacro" en el colegio, donde instalaron un puesto para determinar qué productos tenían más éxito de ventas. "El programa es muy beneficioso porque aprenden a cooperar, el compañerismo y a organizarse", aseguraba la maestra, quien contaba que en su centro los estudiantes realizaron un equipo dentro del cual cada uno tenía sus funciones. Los productos que elaboraron fuera de horas lectivas fueron propuestos por los estudiantes y, después, votaron en clase para determinar cuáles finalmente exhibirían en su puesto del Mercado da Semente, en el que ayer participaron 15 cooperativas escolares.