- ¿Cómo surgió el proyecto La Ciudad de las Rías?

-Andrés Fernández-Albalat presentó esta propuesta el 10 de agosto de 1968 en un artículo del suplemento de verano de La Voz de Galicia. La poética de su discurso, el propio nombre del proyecto y los planos generaron unas expectativas que aún hoy están en el inconsciente colectivo porque todo el mundo ha oído hablar de La Ciudad de las Rías aunque no sepa exactamente de qué va. Al presidente de la Diputación en aquel momento, Rafael Puga, le interesó tanto que decidió que el organismo tenía que intentar desarrollarlo. Hay que tener en cuenta que en ese momento se aplicaba la política estatal de los polos de desarrollo para fomentar el crecimiento de ciertas ciudades para evitar que no toda la población se concentrase en Madrid y Barcelona. Uno de estos planes se realizó en A Coruña, en una época en la que Ferrol era una ciudad pujante gracias a los astilleros, por lo que la hipótesis de partida unir ambas. Albalat había leído unos artículos del sociólogo Mario Gaviria en los que hablaba de posibles ciudades que podrían alcanzar el millón de habitantes y señalaba a A Coruña entre ellas, por lo que recogió esta idea y planteó no destruir las ciudades de A Coruña y Ferrol sino plantear un crecimiento descentralizado.

- ¿Defendía entonces diseminar la población a lo largo de las Rías Altas?

-Diseminarla, pero en barrios y núcleos, no en la forma que conocemos hoy de diseminación, sino en unos polos densos en los que se concentraban el rural y el urbano, pero solo en el plano residencial, ya que no abordaba los asentamientos industriales.

- ¿Tenían características especiales urbanísticas esos asentamientos?

-Albalat en su texto plantea una idea genérica, por lo que no da la solución y solo dice que el crecimiento ha de ser descentralizado en barrios, grupos y la ciudad para distribuir a 600.000 personas.

- Pero las comunicaciones serían un gran problema en ese esquema.

-Había un proyecto de una autopista europea costera desde Portugal a Escandinavia que él que quería conectar con este proyecto, en el que a nivel interno propuso unos puentes en las rías de Betanzos y Ares que no llegaron a hacerse por su elevado coste y que luego fueron sustituidos por los de la Autopista del Atlántico.

- ¿No es sorprendente que una institución asumiera una propuesta de este tipo en pleno franquismo?

-No especialmente porque la Ley lo permitía y el III Plan de Desarrollo obligaba a definir donde se colocaban los polígonos industriales y los residenciales. Pero fuimos vanguardia en que solo Madrid, Barcelona, Bilbao y un poco Valencia además de A Coruña empezamos este proceso, que es mérito tanto de Albalat como de la Diputación.

- ¿Había algún proyecto similar en esas otras ciudades?

-Tiene cierta relación con Barcelona pero también un carácter innovador propio, ya que una cosa fue la propuesta de Albalat y otra la que puso en marcha la Diputación. El de Albalat está muy relacionado con las New Towns inglesas.

- ¿Cómo lo modificó la Diputación?

-Al intentar desarrollarlo se encontró con que la legislación era imposible hacerlo porque supondría expropiar miles de parcelas y era inviable. Ahí aparece de nuevo Mario Gaviria, quien fue contratado para llevar esa idea a la práctica desde la legislación vigente y sin unos gastos exagerados. Gaviria delegó funciones en un equipo de arquitectos jóvenes muy ligados a la Sociología. Albalat no entendía la creación de una ciudad de 600.000 habitantes, sino de seis de 100.000, y el gran cambio que se hace es pasar de la escuela inglesa a un modelo parecido al holandés, basado en el concepto de la concentración desconcentrada. El objetivo era que no crecieran mucho los núcleos principales, A Coruña y Ferrol, de forma que la concentración se produjera en los núcleos secundarios. Ese modelo fue y sigue siendo la política oficial en Holanda, basada en el Second National Report, que es de 1967, por lo que estábamos en la vanguardia europea.

- ¿Con qué dificultades se encontró la Diputación?

-En Holanda el planeamiento estaba bien estructurado y tenía herramientas que permitían establecer lo que debía crecer cada ciudad, pero no obligaba a bajar al nivel de alineaciones y rasantes como la española, por lo que aquí el trabajo que hubo que hacer fue como el de veinte planes generales, lo que hizo muy difícil su aprobación. Y en la última reunión quien quiso abandonar el proyecto fue el alcalde de Ferrol, ciudad en la que para nada se pensaba entonces que fuera a sufrir el declive que se inició en 1975. La Diputación lo que hizo entonces fue mandar a cada ayuntamiento el tomo del proyecto correspondiente a su municipio para que fuera la base de su plan general, aunque algunos hicieron todo lo contrario y otros ni siquiera tienen plan.

- ¿Hubo algún ayuntamiento que lo aprovechase?

-Oleiros lo hizo en parte, porque entre 1975, año en que se abandonó el proyecto, y la aprobación de su plan general en 1985 pasaron muchas cosas, ya que había mucho más crecimiento disperso y las torres de pisos que hoy perviven en el municipio. Pero en su planeamiento sí se mantuvieron los conceptos y los modelos teóricos y prácticos que se proponían en el plan para toda la comarca, lo que hace hoy de Oleiros el municipio con mayor calidad de vida de Galicia.

- ¿Sería posible aprovechar hoy algo del plan de La Ciudad de las Rías?

-Mucho, pero tendría que ser una relectura porque ha cambiado el equilibrio entre A Coruña y Ferrol, ya que la primera concentra el 55% del PIB de Galicia y Ferrol está en plena decadencia. No solo es posible, sino que además es necesario porque podemos aprender mucho de los éxitos y fracasos de ese plan. Los de las otras ciudades españolas de la época tampoco se aprobaron porque la legislación no ataba bien las cosas. Las Directrices de Ordenación del Territorio dicen ahora que en Galicia hay dos regiones urbanas: A Coruña-Ferrol y Vigo-Pontevedra, por lo que tenemos la estructura legal y el marco teórico para llevar a cabo el proyecto.

- Pero si en los años setenta el problema era de rivalidad entre ciudades, ahora es de tipo político ante el temor de la Xunta a perder poder.

-En los años setenta la Diputación de Pontevedra alegó al plan de La Ciudad de las Rías porque tenía miedo a perder relevancia, aunque hubo artículos desde Vigo en los que se pedía que no se metiera con A Coruña y que se planteara un proyecto similar allí, al tiempo que otros lo criticaban. En la actualidad, el 60% de la población de Galicia está en las áreas urbanas, donde también está el 77% del empleo y el 80% del PIB. Pero la Xunta todavía dice que Galicia es rural. Si hubiera áreas urbanas en A Coruña, Vigo, Ourense y Lugo que asumieran las competencias sobre residuos, saneamiento, abastecimiento, transporte... ¿sobre qué gobernaría la Xunta? La teoría que tiene el Gobierno gallego de hacer áreas urbanas muy grandes tiene por finalidad que entren los municipios más pequeños, en los que el PP tiene más peso. Pero las áreas urbanas tienen que resolver los problemas del máximo posible de personas en el mínimo posible de espacio y con el mínimo número de actores, porque no es lo mismo poner de acuerdo a diez ayuntamientos que a veinte.