Siete años desde la inauguración de la depuradora de Bens depuradora Bens en 2011 y siete años con informes técnicos y obras de mejoras que indican que la obra se entregó con problemas de serie. Ya en 2013, cuando se formó la sociedad gestora de Bens y entraron los concellos de la comarca en su gestión y financiación, un informe técnico desveló deficiencias y la necesidad de mejoras. La principal, una filtración en el emisario. En abril del pasado año, otro informe técnico alertó de fallos de depuración fallos de depuración causados por la filtración de aguas marinas, probablemente en la red de saneamiento. La próxima de las obras programadas en la estación, concretamente en las compuertas del emisario, obligará, la semana que viene, a realizar un vertido directamente a la costa que, según fuentes municipales, no causará contaminación por tratarse de agua depurada.

El último informe conocido, hecho público por este periódico, es de principios del año pasado. Técnicos de la depuradora alertaban de que, por culpa de la elevada infiltración de agua marina, probablemente en la red de saneamiento, no se estaba "sometiendo a tratamiento biológico todo el caudal para el que fue diseñada la EDAR". ¿Qué es el tratamiento biológico o secundario? La estación de Bens, según figura en la página de Augas de Galicia, tiene varias fases de depuración. En la primera fase o pretratamiento, a través de rejas, tamices, desarenadoras y desengrasados, se deshacen de gruesos no solubles (pañales, toallitas...), la arena u otros residuos sólidos pequeños, y líquidos o sólidos que no se mezclan con el agua. A continuación se realiza el tratamiento "primario" o "decantación primaria", para retirar las partículas de menor tamaño o que no se fueron con el pretratamiento.

En estas fases los técnicos, no destacaron defectos de importancia pero sí en el tratamiento secundario, de carácter biológico, que en Bens se ejecuta con un sistema de lodos activados. Grosso modo, hay una serie de bacterias que ayudan a convertir la materia orgánica residual en minerales, que se separan con un nuevo proceso de decantación. Las infiltraciones de agua de mar detectadas por los técnicos hacen que no se esté produciendo esta segunda fase, "tal y como exige la legislación aplicable", porque la salinidad distorsiona el escenario biológico y deja de ser efectivo. Todo también influido por la carga del afluente, dependiendo si es época seca o de lluvias, y de los fallos de separación entre las redes de fecales y pluviales. Estas deficiencias se dieron a conocer a los miembros del Consejo de Administración de la sociedad gestora y acordaron tomar medidas para evitarlo.

Es uno de los últimos capítulos en la detección de carencias en la depuradora, que costó casi 130 millones, por encima de lo presupuestado [la estación se adjudicó a Ferrovial por 70,3 y el emisario se presupuestó en 17], financiada en un 15% por la Xunta y en un 85% por el Ministerio de Medio Ambiente a través de fondos europeos. La construcción ya fue en sí una odisea, retrasada una y otra vez desde que, en 1996, año en el que José María Aznar llegaba a la Moncloa, se declarase de interés general la renovación de las antiguas instalaciones que también estaban en la zona, tan obsoletas que se podía ver una gran mancha marrón de las fecales sin depurar en la costa en las imágenes por satélite de la zona.

Las obras de la depuradora no se adjudicaron hasta 2004, en pleno relevo ministerial del Gobierno Aznar al Gobierno Zapatero, sin que los nuevos cargos interviniesen en la elección de Ferrovial. El plazo de construcción era de cuatro años pero, tras varios aplazamientos de la fecha e incluso una visita de José Luis Rodríguez Zapatero en 2008, no comenzó a funcionar en pruebas hasta 2010 y no se inauguró hasta 2011, justo antes de las elecciones municipales que le darían la Alcaldía al popular Carlos Negreira. La tardanza y el incumplimiento durante más de una década de la directiva europea de 2001, que obligaba a depurar aguas a los concellos de más de 15.000 habitantes, acabaron por acarrear una sanción de la Unión Europea a España.

En 2011, Augas de Galicia firmaba un convenio con el Concello para que la gestión de las instalaciones pasase a manos municipales y en 2013 los alcaldes de la comarca pactaron la creación de una empresa conjunta a la que ceder ese rol, con el 70% de participación para la ciudad y un 30% para los concellos de Oleiros, Arteixo, Cambre y Culleredo. No es hasta después de la constitución de esta sociedad, en su primera reunión en diciembre, que se informa a los alcaldes de que las instalaciones presentan una serie de deficiencias que hay que reparar. Un informe de los técnicos desvela problemas en una junta del emisario submarino, con fugas, además de la necesidad de un segundo transformador o rejillas de desbaste no adecuadas. También recomendaban cubrir la subestación eléctrica, climatizar la sala de máquinas y ampliar el pozo.

La reparación del emisario, la tubería de 900 metros que se adentra en el mar para verter el agua depurada, fue asumida por la empresa que la construyó (fue un contrato distinto y posterior a la estación) . En noviembre de 2015 buzos entraron en el emisario para arreglarlo. En mayo de 2016, la estación también tuvo que verter directamente a la costa por nuevas reparaciones previstas en la tubería, que volvió a funcionar. La próxima semana, está prevista, en función de los permisos, una situación similar, por la reparación de las compuertas de cierre del emisario. El Gobierno local descarta contaminación porque, asegura, el agua saldrá depurada. Se prohibirá el baño en O Portiño esos días "por seguridad".