- ¿En qué consiste Agente Tutor y en qué ámbitos se desarrolla?

-Es un programa de la Policía Local que forma parte de un proyecto estatal. Funciona desde 2014 como sección concreta del 092, con agentes especializados en mediación y en otras cosas para abordar asuntos de menores. Su filosofía es la integración, la cercanía y la proximidad con los niños. Trabajan en el entorno del colegio cuando lo requiere la dirección del centro. Tocan temas sensibles como el consumo de drogas y tabaco, acoso, ciberacoso... La experiencia es muy positiva. Hay 28 colegios en la ciudad. Algunos son más activos que otros y cada vez nos demandan más. La unidad la forma un equipo de seis personas, tres mujeres y tres hombres, uno de ellos es un oficial. Tienen su metodología y contactan a través de redes sociales, y a veces los menores contactan con los policías y les piden información.

-¿Trabajan también con el absentismo escolar?

-En 2017 tuvimos 79 actuaciones con ausencias al centro reiteradas. Normalmente, el centro escolar nos llama para comunicarnos que falta un menor. Inicialmente recabamos toda la información, la enviamos a Servicios Sociales y ellos empiezan a trabajar con sus recursos; si ellos no consiguen escolarizar al menor, se le pasa el asunto a Menores de la Xunta; y, si tampoco ellos lo consiguen, hacemos un informe para Fiscalía. Si la falta es muy reiterada, requerimos a los padres para que sepan que pueden estar cometiendo un delito recogido en el código penal de no cumplir con los deberes de la patria potestad y, si tras un par de requerimientos no hacen caso, los acusamos a Fiscalía para que vayan al juzgado y sean investigados.

-¿Sigue habiendo niños en la ciudad sin escolarizar?

-Sin escolarizar no tuvimos ningún caso porque es muy extremo, pero sí ausencias reiteradas. Muchas veces, con una charla o una entrevista con los padres ya se pueden saber las causas de por qué no van a clase. La mayoría de los casos se soluciona con una labor de mediación, pero hay algunos más complicados. Hemos rellenado un espacio que no estaba cubierto. La respuesta es muy positiva. A veces los menores contactan con los agentes vía WhatsApp, les piden opinión o les cuentan problemas que tienen.

-El uso de las redes sociales puede ayudar para estar en contacto con los agentes, pero también tienen su lado malo en el caso de los menores, ¿no?

-Los escolares en la adolescencia no son conscientes del peligro de las redes sociales, cuelgan fotos y pierden su control una vez que las comparten. En ocasiones son mal utilizadas, las reenvían y nunca saben dónde van a acabar. Cuando hay ese problema, normalmente, se participa, se habla con los padres y se les explica la solución. Si el tema tiene poca entidad, se soluciona, si va a más hay denuncias entre escolares y, si hay un delito, hacemos diligencias, pantallazos y se las pasamos a la Policía Nacional para que sus unidades especializadas sigan investigando, porque nunca se sabe qué subyace. Algo que parece una cosa pequeña puede tener algo muy grande detrás.

-¿Hay muchas denuncias entre menores?

-Pierden el control de sus imágenes. Para el clásico menor que, por una confusión interna, amedrenta a otros escolares, una imagen de este tipo es un arma para menospreciar a la otra persona. A veces puede ser la broma de colgar algo que no debía, pero otras, sin embargo, se ve que es un acoso continuo y hay una actuación delictiva que recogemos. El año pasado tuvimos ocho denuncias de ciberacoso y diez de acoso sin que mediasen las redes. No es un número muy abundante, pero es bastante para una ciudad, porque estos son solo los datos de la Policía Local.

-¿Atienden casos de violencia machista entre los jóvenes?

-No han sido actuaciones significativas. En un caso de violencia de género no es el agente tutor el que actúa, sino la patrulla que esté más cerca. Si se da entre menores sí que se le pasan datos al agente tutor para que haga un seguimiento.

-¿Hubo algún caso o alguna intervención especial en 2017?

-Los agentes hacen todo tipo de intervenciones, han tenido que ir a ayudar a una madre para que su hijo fuese a clase. Algunas veces, una conversación tranquila con el menor a través del teléfono es suficiente para que vaya a clase. Hubo un caso de una chica que se había marchado de casa, llevaba varios días fuera, nos llamó porque ya nos conocía y apareció aquí por sus propios medios para contárnoslo y para pedir ayuda y volvió con su familia. Es un servicio que se usa mucho, los escolares hablan de él por WhatsApp, saben que los agentes son receptivos, exigentes a veces, pero que tienen empatía.

-¿Notan tendencia de mayor consumo de drogas o alcohol?

-Los agentes no solo median, corrigen comportamientos y a veces levantan actas de consumo de sustancias. El año pasado empezamos a remitir a asociaciones como Aclad o Adafad casos de menores multados a los que la Subdelegación del Gobierno permite condonar la multa si participan en actividades. Desde las entidades dicen que, en el 70-80% de los casos que les enviamos el menor se ha reorientado un poco y no ha recaído.

-¿Beben más los menores?

-Es algo cultural que se está intentando cambiar, pero no podemos obviar que está ahí. Actuamos en zonas de botellón para que no haya menores, para que el consumo sea responsable, aunque siempre hay alguno que se pasa y acaba en el hospital. No sé si hay aumento, pero desde luego, no hay una disminución. Cada vez se inician antes, también, en el consumo de drogas. Nosotros, lo que detectamos es que no tienen sensación de peligro: quieren probar y algunos van más allá.

-¿Qué más casos tratan?

-La exclusión social, menores que no están bien alimentados, que tienen cierto abandono. Investigamos las causas y buscamos soluciones bien a través de Servicios Sociales o de Fiscalía. Damos charlas en centros escolares y alguna vez incautamos algún arma blanca.

-¿Cuántos menores hay en esa situación de abandono?

-El año pasado hubo 82 actuaciones. Había menores que tenían cierta peligrosidad. A veces se queda en que Servicios Sociales va por la vivienda a ofrecer sus recursos; otras va más allá y se le quitan los menores a la familia, aunque son medidas extremas.

-¿Quién comunica a los agentes esa situación?

-Los vecinos, el colegio, los propios niños, gente que está con ellos y a la que le dicen que no han comido nada desde el día anterior o que llevan días sin lavarse. Nosotros nos personamos, hablamos con el menor, con la familia e intentamos ver cuáles son las causas.

-¿Estos casos están ligados solo a la pobreza?

-No, hay casos en pisos y en urbanizaciones normales y corrientes pero, por circunstancias, se puede dar esta situación, como un problema de alcoholismo en casa o de drogas y que, por eso, no los atienden. Los adolescentes ya se buscan un poco más la vida, pero si es un niño de cuatro años, hay una peligrosidad mayor.

-¿ Agente Tutor trabaja también en verano o solo en el curso?

-Su trabajo principal es durante el curso pero trabaja todo el año. El acoso también se produce en verano, hay peleas organizadas y los menores las detectan y se involucran para poder neutralizarlas y para ver las razones de la convocatoria. El año pasado abrimos diligencias por tres peleas organizadas.