Utilizar la gastronomía, arte o historia del Camino francés como punto de unión entre dos generaciones -mayores con principio de alzhéimer y niños entre dos y cuatro años- para mejorar la calidad de vida de los mayores y que los pequeños se acostumbren a convivir con otras generaciones e incrementar las capacidades cognitivas y emocionales de ambos grupos. Así es el proyecto denominado Camiño pola memoria, en el que se han unido la Asociación de Familiares de Personas con Alzhéimer de A Coruña (Afaco) y la Escuela municipal de Os Rosales para hacer ese viaje virtual desde Roncesvalles hasta el Obradoiro.

Esta iniciativa, se ha desarrollado a lo largo de dos años en 16 etapas, una cada semana. Para que pueda ser posible, peregrinos reales con la mascota oficial del proyecto -el Peregrillo- realizaron y grabaron el viaje junto a él haciéndose fotografías en los lugares más importantes, para mostrárselo a los niños y mayores para que sientan que están representados y hacen con ellos el camino.

El devenir de cada etapa lo siguen cada uno desde su centro, pero "como mínimo una vez al mes se juntan para seguir la jornada y hacer las actividades pertinentes de cada localidad por la que pasen", explica la coordinadora del programa Nerea Rey. En caso de no poderse concentrar de forma presencial ha habido algunas ocasiones en la que se ha hecho vía Skype ."Tratar el tema de San Fermín en Logroño o explicar las características de la Catedral cuando se llegó a León hace que se cree una gran complicidad entre niños y mayores" comenta la profesora Mónica Pulleiro.

Todo el proceso que pasan recibiendo información sobre los lugares que visitan de forma virtual, así como actividades concretas como hacer un pincho con ayuda de la cocinera del centro o vestirse con ropajes típicos de cada zona, hace que los pequeños aprendan mucho, pero "no solo ellos, ya que para los enfermos de alzhéimer es como si algunas cosas las vivieran por primera vez" explican desde Afaco.

Las quedadas comunes las hacen en los centros de ambos colectivos, de forma que, por ejemplo, cuando recibieron la Compostela al final de recorrer todo el Camino francés se juntaron y celebraron el fin de este proyecto con tan buenos resultados médicos como pedagógicos, como describe Nerea Rey como coordinadora de la iniciativa.

Si han llevado a cabo el programa al completo y a su tiempo es gracias a la colaboración de los albergues y peregrinos, ya que si unos no hubieran expuesto a Peregrillo para que los voluntarios que colaboraran y los otros no hubieran ayudado con todo lo que podían la iniciativa esta habría fracasado. "Agradecemos mucho a todas las partes su ayuda, sin ellos el proyecto no se hubiera hecho realidad" dice la coordinadora de la actividad.

Todo el proceso se ha podido seguir por el blog en el que se colgaban las fotos de las reuniones o las celebraciones más destacadas, "lo cual va a enriquecer el trabajo del centro" indica Nerea Rey.

A nivel médico, señalan, se vuelve a demostrar que el contacto y las actividades de personas con alzhéimer hacen que ejerciten su memoria e incluso puedan recordar asuntos que suceden en las quedadas, según los médicos del centro, ya que "cuando están motivados e ilusionados hace que recuerden y ejerciten su cerebro".

Por su parte, a nivel pedagógico los profesores concluyen que beneficia en gran medida a los niños el contacto con personas de otras edades y en concreto con personas mayores, ya que gracias a ello aumentan su nivel de empatía y se acostumbran a vivir y reaccionar en situaciones a las que no están acostumbrados.

La última etapa del viaje que han realizado de forma virtual es muy especial, ya que es la única que han hecho físicamente, a pie, desde el Monte do Gozo hasta Santiago para recibir la Compostela por haber terminado su viaje. A esta excursión no solo acudieron los participantes del programa, sino también familiares , lo que hace la experiencia aún más enriquecedora.

Camiño pola memoria no es la primera actividad que realizan de forma conjunta ambos colectivos, de hecho entre 2013 y 2015 se llevó a cabo un proyecto piloto denominado Tengo algo que contarte, a través del cual se mandaban postales, cartas e incluso hacían alguna salida, "tras el éxito de este primer proyecto decidimos ir con una actividad mucho más ambiciosa" explican ambos entes.