La vecina de la ciudad acusada de acuchillar a su marido en enero de 2017 alegó ayer durante el juicio que fue "un accidente". Así, testificó que su esposo se hirió cuando trató de impedir que ella se autolesionarse. La imputada ya había atacado a la víctima al menos otra vez, por la que fue condenada en noviembre de 2016 a dos años de cárcel. En aquella ocasión le hirió con un arma blanca en el cuello. La procesada, que está asistida por el abogado penalista Diego Reboredo, fue detenida por otra agresión a su pareja en marzo de 2016, por lo que la Fiscalía le imputa un delito de violencia habitual.

"Yo en ese momento me quería morir", indicó la mujer, quien sostuvo que en el momento de los hechos había amenazado con suicidarse con el arma blanca. "Forcejeamos, intento sacarme el cuchillo y se hizo una herida", expuso ayer ante el tribunal de la Audiencia Provincial, al tiempo que insistió en que portaba el cuchillo para hacerse daño a ella misma.

La Fiscalía difiere de su versión y le imputa un delito de lesiones agravado por reincidencia, así como otros de violencia habitual y de detención ilegal. Por todos ellos el Ministerio fiscal demanda que sea sentenciada a trece años y medio de prisión, así como a la prohibición de comunicarse por cualquier medio con el denunciante o de aproximarse a menos de 200 metros de su domicilio, vivienda, lugar de trabajo o cualquier otro en el que se encuentre durante quince años y medio.

La acusación pública consideró acreditado en sus conclusiones finales que durante la madrugada del 22 de enero de 2017 acometió a su novio en un brazo con un "cuchillo de cocina del tipo de corte de grandes piezas de carne" y lo encerró en la vivienda durante seis horas hasta que lo liberó la policía. Por la detención ilegal también está imputada la hermana de la sospechosa, quien se enfrenta a una petición de cinco años y medio de cárcel.

La Fiscalía señala que los hechos sucedieron sobre las tres de la madrugada en una vivienda situada en la zona de A Falperra. La mujer, "que no consta que estuviese bajo el influjo de bebidas alcohólicas", según el fiscal, inició una discusión con su pareja, durante la cual le cortó en el antebrazo derecho con un cuchillo. El hombre comenzó a sangrar "profusamente" y bajó por las escaleras del edificio hasta la segunda planta. Al cabo de unos minutos, regresó a su casa, donde el Ministerio público asegura que ambas hermanas le quitaron las llaves y le impidieron salir.

La víctima consiguió llamar al cabo de unas horas a los servicios de emergencias, por lo que la Policía Nacional se desplazó a la vivienda. Una de las dos procesadas les gritó desde dentro que el hombre había arrojado las llaves por la ventana, por lo que los agentes tuvieron que llamar a un cerrajero. Los funcionarios liberaron al afectado seis horas después. La sospechosa negó que retuviese a su marido dentro de la vivienda. "En ese momento de histerismo no encontramos la llaves", justificó.

El perjudicado se acogió a su derecho a no declarar contra su mujer. A su cuñada la exculpó del delito de detención ilegal y manifestó que su pareja lo curó antes de ser trasladado al hospital y que le prestó su móvil para llamar a emergencias. El fiscal basó su acusación en las declaraciones de los cuatro policías que acudieron al domicilio, así como en los testimonios de los dos agentes que realizaron la inspección ocular y el reportaje fotográfico del cuchillo y las manchas de sangre.

También tuvo en cuenta la versión de la médica de urgencias que atendió al lesionado. El abogado de las dos procesadas, Diego Reboredo, solicitó en su alegato final su libre absolución por entender que el silencio del testigo directo -la víctima- en el juicio no se puede sustituir por las manifestaciones que hizo después de suceder los hechos a los policías que se desplazaron a la vivienda y a los peritos.