La limitación que suponía para el edificio de Santa Margarita la actividad de la Orquesta Sinfónica de Galicia, que lo ocupa durante 200 días al año, llevó al Ayuntamiento en el año 2000 a plantear la construcción de un recinto específico para la realización de congresos. El entonces alcalde, el socialista Francisco Vázquez, concibió el nuevo Palacio de Congresos como un inmueble emblemático que se convirtiese en la imagen de la ciudad, de acuerdo con el modelo que el museo Guggenheim puso en marcha en Bilbao.

El lugar elegido para su ubicación fueron los terrenos portuarios ocupados hasta entonces por la Estación Marítima, uno de los enclaves privilegiados de la ciudad. Pero desde el mismo momento en que se inició el proyecto se sucedieron los acontecimientos que marcaron la historia negativa de esta instalación, a la que sus responsables pretenden ahora dedicar a los acontecimientos sociales ante sus dificultades para captar congresos.

El nuevo palacio se gestó como un complejo de dos edificios, uno de los cuales se dedicaría a actividades comerciales de ocio. Al situarse en el borde marítimo, surgió el temor de que se convirtiesen en una pantalla que impidiese la contemplación del agua y, a pesar de que se ofrecieron garantías de que no sería así, la opinión generalizada sobre el resultado final es que ese es precisamente el efecto producido.

La organización de un concurso para definir el diseño de los dos edificios no solo no evitó cometer un error en este aspecto sino que, según reveló posteriormente una sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, sirvió para favorecer a la peor de las propuestas presentadas. Un proyecto del arquitecto Ricardo Bofill en colaboración con César Portela que presentó el grupo Comar -presidido por José Collazo Mato- a través de su filial Sociedad de Fomento y Desarrollo Turístico fue el ganador del concurso, que dio pie a iniciar las obras en 2001, aunque el complejo no pudo abrirse hasta 2005. Al tratarse de suelo del puerto, la ocupación de los terrenos se efectúa como una concesión de la Autoridad Portuaria que concluye en 2031, aunque puede ampliarse treinta años más.

Una de las empresas participantes en el concurso recurrió la adjudicación realizada a Comar y, dos años después, un fallo judicial concluyó que había sido irregular porque el proyecto no cumplía el pliego de condiciones y vulneraba la Ley de Patrimonio de Galicia. Según el tribunal, el proceso de construcción "empeoró el ya deficiente proyecto básico", hasta el punto de que el edificio resultante supuso "la pérdida de una ocasión única para la ciudad".

Las anomalías fueron de tal calibre que la licencia para levantar los dos edificios fue concedida cuando uno de ellos llevaba dos meses en funcionamiento y, por tanto, también sin permiso de apertura, por lo que el Ayuntamiento tuvo que aprobar una modificación urbanística para legalizar las obras realizadas.

Tras su puesta en marcha, el nuevo Palacio de Congresos fue bautizado como Palexco, mientras que el edificio de Santa Margarita pasó a denominarse Palacio de la Ópera. La actividad congresual se vio favorecida inicialmente en 2005 por la bonanza económica, aunque la irrupción de la crisis en 2008 hizo que disminuyera de forma notable ante el frenazo impuesto a estas iniciativas por parte de las empresas y entidades profesionales.

Tampoco fue mejor la suerte del centro de ocio, que comenzó su andadura con el nombre de El Puerto y, ante su escaso éxito comercial, pasó a llamarse Los Cantones Village tras una reorientación de su oferta que no llegó a cuajar. El imparable declive de su ocupación animó a Comar a alquilar 3.000 metros cuadrados a la macrodiscoteca Pelícano, locomotora del recinto junto con los cines.

La acumulación de pérdidas por la Sociedad de Fomento y Desarrollo Turístico que alcanzan ya los 12,5 millones hizo que Comar opte ahora por dedicar Palexco a los actos sociales en lugar de a los congresos, en un intento de rentabilizar la instalación. El giro que se pretende aplicar al palacio comenzó con el despido de sus máximos responsables, especializados en la captación de congresos, que se suman a la lista de trabajadores de los que se ha desecho la empresa en los últimos años, de forma que de los 27 con que llegó a contar, ahora solo mantiene una decena.

La apuesta por los acontecimientos sociales de la concesionaria de Palexco hizo saltar las alarmas en el Gobierno local, ya que los congresos son uno de los segmentos en los que basa su política turística para la ciudad. La renuncia de Comar a seguir promoviendo la realización de congresos en A Coruña causaría un importante perjuicio a la economía local, ya que los asistentes a estas reuniones son personas de alto nivel adquisitivo que generan notables ingresos en las empresas, por lo que un descenso en la presencia de congresistas en Palexco repercutirá de forma negativa en sus resultados.