Es posible que quien escribiera en la pizarra del restaurante el nombre del pez ignorase cuál es su nombre real, pero lo cierto es que quienes lo ven escrito se quedan estupefactos. Y es que el establecimiento anunciaba ayer que entre los platos del día se encontraba el del sardo a la espalda, confundiendo el sargo con el gentilicio de los naturales de Cerdeña, que a buen seguro se pondrían a temblar pensando que en ese restaurante no solo cocinan a uno de sus paisanos, sino que encima lo anuncian en la calle.