A falta de títulos con apellido deportivista, la fuente de Cuatro Caminos se llenó la noche del 29 al 30 de junio de 2008 con aficionados a la selección española de fútbol. Su equipo acababa de ganar la Eurocopa y más de 3.000 personas quisieron remojar el triunfo.

La ciudad se paralizó y estalló cuando Fernando Torres marcó el tanto de la victoria contra Alemania. La afición germana se agrupó en cervecerías alemanas y compartió mesa, tragos y minutos con los que llevaban la cara pintada de rojo y esperaban que el árbitro pitase el final. Y es que, a diferencia del partido previo a la final, no hubo pantallas gigantes en la calle para poder ver el partido al aire libre.

La fuente de Cuatro Caminos volvió a festejar las gestas del combinado estatal en 2010, con las semifinales y la final del Mundial de Sudáfrica, en el que la selección española se ganó la estrella que ahora luce en su camiseta. Y también en aquel julio de 2012, cuando la roja volvió a levantar la Eurocopa.

Los del corazón blanquiazul, sin embargo, solo pudieron regresar a Cuatro Caminos para celebrar los ascensos de Segunda a Primera División.

Diez años después de aquella noche para el recuerdo, España sigue adelante en el Mundial y se juega hoy su continuidad contra la selección de Rusia, la anfitriona, en un partido de octavos de final, en el que el resultado ya no tiene vuelta atrás y del que solo puede salir un vencedor.