Hay padres a los que nada impide conocer mundo con sus hijos. Por la avenida de Primo de Rivera circulaba ayer una pareja en bicicleta, cargados ambos de alforjas y, en una de ellas, también su hijo. Curiosamente, no iba sentado en una silla adaptada al vehículo sino en una pequeña cuna donde iba acostado, durmiendo.