La compañía Attica21, del empresario coruñés, Manuel Jove, es la única cadena que se ha presentado al concurso del Ayuntamiento de Vigo para hacerse con el hotel Samil y construir en su lugar un complejo turístico y de ocio de cuatro estrellas. Attica21, constituida en 2008 y propiedad de Inveravante, el brazo inversor de Jove, ya es dueña de siete hoteles, entre ellos uno en Matogrande.

Salvo giro inesperado, su proyecto de Samil tiene el camino expedito para hacerse realidad ante la falta de competencia. La propuesta ya está en fase de adjudicación provisional tras haber superado el jueves la junta municipal de clasificación de ofertas. Attica21 ha propuesto al Concello vigués levantar un complejo hotelero distribuido en cuatro bloques de cuatro pisos, más otras dos plantas soterradas, que evite el impacto visual y se integre mejor en el entorno.

El nuevo complejo ofrecerá 125 habitaciones, una piscina, un spa, sala de conferencias y más de un centenar de plazas de aparcamiento. La inversión prevista por la empresa roza los 21 millones de euros a los que habrá que sumar otros 2,6 que pagaría por la parcela para comprársela al Ayuntamiento, 23,6 millones en total. El propósito es que el inmueble esté concluido en 22 meses desde el momento en que arranque la obra. A finales de mayo el Ayuntamiento apuntaba que su objetivo era cerrar la venta en agosto y que el nuevo complejo abriera sus puertas aproximadamente en febrero de 2020.

El Concello tiene sobre la mesa la propuesta de Attica21, la única operadora que ha optado a comprar los terrenos del hotel, puestos a la venta por un precio mínimo de 2,1 millones de euros. Con su propuesta, el cambio con respecto al hotel actual será notable: el edificio que se alza en la parcela desde hace décadas, ahora abandonado y que habrá que demoler, es una estructura compacta que actúa como pantalla y alcanza las siete plantas. Attica21 proyecta un nuevo edificio de cuatro alturas. En cuanto al diseño, la operadora apuesta por "un lenguaje arquitectónico vanguardista" y una composición abierta a su entorno.

Solo el derribo del actual hotel le exigirá a la operadora un desembolso de 420.900 euros. Una vez demolido el viejo inmueble, que disfrutó de sus años de esplendor en la década de los 70 y ahora está abandonado, Attica21 deberá aportar casi 300.900 euros para el movimiento de tierras, 655.300 para la cimentación y 1,18 millones para dar forma a la estructura del futuro complejo. En total, entre la demolición y la construcción la empresa invertirá 11,8 millones de euros, a los que se sumarán los reservados para el equipamiento y dotar de mobiliario al hotel, hasta alcanzar los 21 millones de euros.

Las previsiones de la operadora pasan por generar 180 empleos directos mientras duren las labores de demolición y construcción, a los que sumarán otros 400 puestos indirectos. Una vez abra sus puertas, la cadena calcula que dará trabajo a 60 personas de forma directa y a otras 180 de manera indirecta.

Otro aspecto que la empresa de Manuel Jove asegura que tendrá muy en cuenta es la eficiencia energética y el respeto por el medio ambiente. La cadena cree que reducirá un 30% su consumo de energía con respecto a los niveles habituales para un hotel de sus dimensiones. En la cubierta del hotel se recogerán aguas pluviales que, tras pasar por un proceso de filtrado, se almacenarán en un aljibe con el fin de reaprovecharlas más tarde para regar las zonas ajardinadas.