- Con motivo de la nueva ley de espectáculos en el sector se han oído expresiones como "salvar la música" o "proteger la música". ¿Es esta ley una amenaza?

-El ámbito de la música es muy amplio (industria, promotores, músicos, orquestas, salas?), yo hablo en nombre de las salas de concierto. A esta ley le falta aún el desarrollo de reglamentos, pero a las salas les supone muy poco cambio, es más bien continuista con respecto a la norma anterior. Desde Clubtura consideramos que ahora se abre la oportunidad de regular el sector musical y de espectáculos como debía haberse hecho siempre, atendiendo a las múltiples necesidades de cada parte del sector.

- ¿Por qué el revuelo entonces?

-Hizo ruido que se prohibiese la música en directo en los locales de Santiago y se confundió el asunto. Realmente las salas pueden tener música en directo si disponen de la licencia apropiada para ello, pero la mayoría de locales del casco viejo de Santiago no tienen licencia para conciertos ni capacidad de adaptarse a lo que exige la normativa. Aunque esos locales no tienen licencia de sala, pertenecen a la asociación de salas de música en vivo, y Clubtura quiere manifestar su singularidad porque llevan actuando como salas durante décadas y ampliando la oferta cultural de la ciudad, compaginándola con la de la administración. No es lo mismo defender esto que al furtivo que hace actuaciones sin sujetarse a las leyes y que, alertando a administraciones, nos perjudica a todos en el sector. En el fondo somos un sector que no tenemos tan buena prensa como deberíamos.

- ¿Su contribución a la cultura no tiene buena prensa?

-Somos un sector en el que la actividad cultural es lo más importante, más que la hostelera. Las cinco salas de Clubtura de A Coruña programamos más de 700 actuaciones al año, que es mucho.

- Defienden el acceso de menores a la música, a la cultura.

-En la redacción de la ley se ha perdido la oportunidad de regular esto. Se penaliza la asistencia de menores por el simple hecho de que haya un espectáculo, privándoles de incorporarse a la cultura y a la música en directo. Es cierto que vendemos alcohol, pero no a menores, a quienes por ley no permitimos entrar; en cambio en cualquier cafetería en la que se vende alcohol los menores pueden entrar con sus padres.

- Otros sectores se han quejado de la tramitación y las sanciones que señala la ley.

-Vemos una carga impositiva considerable con la contratación del seguro de responsabilidad civil y las infracciones que antes se consideraban graves ahora son muy graves y con sanciones desproporcionadas, de hasta 600.000 euros.

- ¿Cómo ha sido hasta ahora en la ciudad la relación entre las administraciones y las salas?

-Nuestra relación siempre ha sido con el Ayuntamiento, unas veces con más sensibilidad que otras, en función de qué importancia le ha dado a la cultura quien gobierna.

- Cuando han surgido roces, ¿a qué se han debido?

-El gran problema ha surgido por las molestias a los vecinos, pero no por la música interpretada dentro de la sala sino por las congregaciones de gente originadas en las calles, que, por el perfil de clientes que tenemos, no ha sido el caso de la sala Garufa, por ejemplo. Es algo que, cuando se produce, excede a la competencia de la sala, y que a veces provoca que se juzgue a todos por lo que ocurre en uno.

- Por aforo y horarios se conocen casos de incumplimientos. ¿No ha habido rigor en exigir lo que dictan las leyes?

-No tengo datos para opinar. Pero sí he de decir que he asistido a espectáculos donde el aforo no ha estado controlado. En las salas de nuestro entorno se tiene cuidado con este tema y se lleva a rajatabla. Además, con los presupuestos con que nos movemos es muy difícil meter a más de 250 personas en un concierto en una sala. Desgraciadamente, en este aspecto la administración funciona a golpe de desgracia: si no pasa nada, todo se relaja, pero cuando ocurrió lo del Madrid Arena, psicosis y alarma total.

- En la ciudad hay locales grandes y pequeños, con y sin licencia para conciertos, que ofrecen música con frecuencia o esporádicamente. ¿Todos deberían programar música en vivo?

-Yo lo que digo es que si para abrir salas de conciertos como Garufa, que se nos exige una normativa que raya lo incumplible y con un coste altísimo, lo que no es justo es que haya café para todos. El que quiera ofrecer actuaciones está en su legítimo derecho, pero que acondicione su local para tener conciertos como hacemos los demás. Que es muy caro y no se lo puede permitir, lo sentimos. Entendemos que puntualmente se pueda organizar un espectáculo, como una efeméride o algo especial, y esto es algo que permite ahora esta ley nueva, pero no se pueden evitar las demás exigencias a la torera. La cultura tiene que desarrollarse en ámbitos preparados para ello.

- ¿A Coruña tiene hoy más locales que quieren ofrecer música en vivo o más músicos que buscan locales donde actuar?

-Hay de todo. La música no es negocio. Bueno, solo para las grandes estrellas, la clase media se mueve en el amateurismo. Quienes tienen el gusanillo de actuar en público buscan locales para tocar, pero en recintos profesionalizados no es tan fácil porque son más caros y necesitamos más servicios que los demás, por lo que se decantan por bares y actuaciones con guitarra acústica. La crisis acentuó el afán de muchos bares de ofrecer estos espectáculos para atraer gente porque les va mal, pero si se dan cuenta, no hacen negocio si pagan a los músicos.

- ¿La ciudad es una plaza fuerte en cuanto a música en vivo?

-Tiene una oferta de salas y locales que actúan como tales que raya lo excesivo. Parafraseando una canción, no hay cama para tanta gente. Estamos al borde de la burbuja.

- ¿Por qué esa fortaleza?

-Cuando la hostelería dejaba pingües beneficios, había cuatro o cinco locales que ofrecían música en directo los fines de semana. No era rentable. Con el devenir de la crisis, el cambio de hábitos y la aparición de sesiones vermú en locales que no son salas, se produjo una expansión del sector. Pero diría que está en fase muy descontrolada, y la verdad, no sé si la nueva ley ayudará mucho a regularlo en este aspecto.

- ¿Qué define a la cultura musical de la ciudad?

-Hay muchas salas que todas las semanas ofrecen actuaciones de calidad y la administración también programa bien. Toda esta oferta crea una bola y genera públicos variados que está bien. Pero insisto en que si quieres conciertos, organízate como sala de conciertos. Luego el mercado dictará: si lo haces bien, posiblemente sobrevivirás. Hay que tener en cuenta que al aumento de músicos influye que tengamos un conservatorio con prestigio y un departamento de jazz de alto nivel y escuelas de música que producen constantemente músicos, lo que genera que la gente quiera tocar. Porque la música en el fondo es para los enamorados de ella que la viven con pasión.