Nací y me crié en el lugar de Loureiro, en San Pedro de Visma, junto a mis padres, Leopoldo y María, y mis hermanos Leopoldo y Ángeles. Mi padre fue chófer de la delegación del Ministerio de Obras Públicas, que estaba situada donde hoy se encuentra la Delegación del Gobierno, mientras que mi madre fue modista y trabajó para muchas personas de la ciudad.

Debido a que el parto de mi madre fue muy difícil, sufrí daño en el cuello y mis cinco primeros años de vida fueron muy difíciles, ya que pasé dos encamado con la espalda escayolada y luego seis meses con un aparato ortopédico que me mantenía la cabeza en alto. A los seis años me enviaron a la academia de Carmiña Seoane, en Rúa Nueva, donde también estaba la joyería Helvetia. Allí estudié hasta los catorce años, edad a la que me puse a trabajar, al igual que muchos jóvenes de la época.

Mi primer empleo fue en el taller de joyería de Luis Castro en la calle del Orzán, donde fui aprendiz de mecánico joyero hasta que aprendí el oficio y lo desarrollé hasta 1983, año en que aprobé unas oposiciones para entrar en Caixa Galicia, donde terminé mi vida laboral.

Cuando tenía seis años, mi familia se trasladó al lugar de la Cuesta, en Visma, donde hoy está el túnel de la tercera ronda, por lo que fue allí donde hice mis primeros amigos, entre los que destaco a Eduardo Seoane, los hermanos Antonio y Manuel Alén, Antonio Docampo, Tomás, Eduardo, Alberto Seoane, Isasi, Agra, María Luisa, Lupe y Pili. Con todos ellos jugué en la calle y en todos los campos y montes del barrio, que todavía estaba sin urbanizar.

Recuerdo que mi amigo más íntimo, Eduardo Seoane, me tenía horas y horas jugando al fútbol con el balón de cuero que le habían regalado y que era un tesoro para cualquier chaval de comienzos de los años cincuenta. Yo le lanzaba el balón hacia una portería que se había hecho con dos piedras porque de mayor quería ser portero del Deportivo, lo que muchos años después consiguió y en cuyo debut en el estadio de Riazor tuve el honor de estar presente.

En nuestra época de estudiantes íbamos a pie dos veces al día desde Visma hasta Rúa Nueva, aunque también nos enganchábamos al tranvía para ahorrarnos el billete y gastarnos después el dinero en el futbolín o en chucherías. En los campos de nuestra zona cazábamos grillos, lagartos y gorriones, y también hacíamos batallas contra otras pandillas, además de trastadas en el colegio, donde asustábamos a las niñas soltando saltamontes que habíamos cogido. Un recuerdo que nunca se me olvidará es el día que fuimos al cine Monelos y me llené de pulgas y piojos que mi madre tardó mucho en quitarme.

A los diecisiete años dejé de salir con mi pandilla para hacerlo con mi novia, María Graña, con quien tenía que verme a escondidas en la plaza de Pontevedra. Finalmente nos casamos y nos instalamos primero en la calle Andrés Gaos y finalmente en San Roque de Afuera. Tenemos dos hijos, Paula y Carlos, y un nieto llamado Nicolás.

En 1974 entré en la directiva del club de fútbol Sin Querer, del que fui secretario y delegado de campo durante cinco años. Con el comienzo de la democracia me afilié en 1977 a Comisiones Obreras, a la que representé en Caixa Galicia, y al año siguiente al Partido Comunista de Galicia. En 1999 fui elegido coordinador comarcal de Esquerda Unida-Izquierda Unida y en 2003 fui candidato a la Alcaldía coruñesa por esta formación.

También fui fundador de la Comisión para a Recuperación da Memoria Histórica da Coruña y puse en marcha la asociación cultural Namentras, que durante cinco años organizó debates y charlas sobre política. Tras las primeras elecciones municipales fui directivo de la asociación de vecinos de Labañou-San Roque-Ciudad Escolar, en la que llevé las cuentas durante ocho años, por lo que posteriormente me concedieron una medalla y la insignia de plata por mis servicios y por ser el socio más veterano de la entidad.