A Coruña cerró el año pasado con 127 familias dispuestas a acoger en sus hogares a menores tutelados por la Xunta, en total, a 162 pequeños que necesitaron este recurso. De estos niños, 129 se quedaron en casa de alguno de sus familiares cercanos -99 unidades familiares- y 33 lo hicieron en la de las 28 familias ajenas a ellos que les abrieron sus puertas. Actualmente, según fuentes de la Consellería de Política Social, hay en la ciudad 23 familias en espera para realizar acogimientos temporales.

Dice la directora xeral de Familia e Infancia e Dinamización Demográfica, Amparo González, que no se piden requisitos especiales a las personas que quieran entrar en este programa y darle un hogar a los menores tutelados aunque sí que se les aclara que es una medida temporal, que no es una adopción y que la situación puede durar "unos días o varios años" porque, el objetivo, en la mayoría de los casos, es que los menores regresen con sus progenitores y que puedan llevar una vida normalizada.

A la hora de la solicitud, según la Xunta, no se tienen en cuenta ni el sexo ni el estado civil ni la posición socioeconómica de los demandantes, aunque sí que se les pide que les ofrezcan a los niños y a las niñas que vayan a convivir con ellos, un hogar en el que poder estar y tiempo para atenderlos para que, como los demás pequeños, puedan vivir en un ambiente de "amor, de comprensión y de protección".

Estas familias cuentan, según explican desde Política Social, con ayudas económicas y con facilidades para acceder a servicios de comedor o de conciliación. Un menor puede llegar a ser tutelado por la Xunta por varias razones, por ejemplo, por que esté en situación de desamparo, de riesgo -maltrato, vulnerabilidad...- porque lo hayan derivado de Servicios Sociales o de algún centro de atención sanitaria, incluso, desde su centro educativo, pero también por llamadas de vecinos o de los propios menores, que derivan en una investigación. También pueden pedir los padres esta tutela, por ejemplo, porque no se van a poder hacer cargo de sus hijos temporalmente por un ingreso en prisión o en el hospital.

Esto no quiere decir que los menores pasen a vivir inmediatamente en instituciones, sino que, primero, la Xunta les busca acomodo en su "familia extensa", es decir, con sus abuelos o tíos, después, lo hace con familias ajenas y, finalmente, en un centro. Actualmente, el programa prima que los pequeños vivan con familias, por lo menos, hasta los seis años.

En toda Galicia, en 2017 se registraron 1.357 menores que vivieron con 1.305 familias, suponen el 56% de todos los menores que tiene la Xunta a su cargo. En 2016, en A Coruña, la cifra fue de 132 familias para dar cobijo a 164 menores, un 55% del total. En el primer semestre de 2018, este porcentaje aumentó, ya que, los menores pasaron en un 59% al programa de acogimiento familiar, por lo que pudieron evitar el centro de acogida.

González asegura que, lejos de palabras como reformatorio u orfanato, ahora los pequeños que no están en acogimiento con familias -a través de un programa que tiene la Xunta con Cruz Roja- viven en "centros residenciales", es decir, donde, como máximo, viven ocho niños, con profesionales que los tutelan y que les dan un trato similar al que tendrían con una familia.

"Procuramos siempre que los menores tengan acogimiento familiar antes que residencial, que no se separen los hermanos, favorecemos que el acogimiento sea en familia extensa, si existe y si es la mejor opción. Siempre trabajamos que los niños y las niñas puedan retornar a su familia de origen, a no ser que no sea viable esta reintegración", explica González.

Y es que, el programa, actualmente, prima el acogimiento en el entorno, es decir, que los menores no tengan que empezar de cero y trasladarse a otra provincia, que conozcan, por lo menos, el ambiente en el que van a residir. En estos casos, la Administración casa las necesidades de los menores con las de las familias, porque no todas están dispuestas a acoger, por ejemplo, a hermanos adolescentes, o a bebés o que quieren hacerlo, pero solo tienen disponibilidad los fines de semana.

Encontrar que la familia sea adecuada para el menor y el menor para la familia no siempre es posible, es por ello por lo que, según explica González, hay menores que pasan a la alternativa residencial tutelada, porque tienen discapacidades o porque se considera que estarán mejor allí.

La Xunta carece de datos de "porcentaje de éxito", de cuántos menores se reintegran en sus familias y consiguen tener una vida normalizada.