La Feira das Marabillas dijo ayer adiós a la Ciudad Vieja tras seis días de talleres, espectáculos circenses, juegos infantiles y todo tipo de compras. Un total de 210 puntos de venta expusieron al público sus creaciones artesanales.

La plaza de Azcárraga y la de las Bárbaras fueron algunos de los lugares más visitados por los transeúntes, ya que allí se reunieron los puestos de comida y la música.

Los espectáculos itinerantes animaron las calles de la Ciudad Vieja y sorprendieron a sus visitantes con gigantes, monstruos y bailarinas de la danza del vientre. Hubo espacio también para los más pequeños, que encontraron su sitio en el Recuncho das pícaras, en María Pita. Allí se formaron colas durante todos los días para saltar en las camas elásticas, subirse a las norias o probar a luchar con las espadas como si fuese un combate de la Edad Media. Los talleres de cerámica y chocolate también llamaron la atención de los niños.

Algunos visitantes no abandonaron la Ciudad Vieja sin ponerse tatuajes de henna, comprarse un accesorio de cuero o decorar su pelo con una diadema de flores.

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La Ciudad Vieja retorna al presente