Una sensación agridulce se llevaron ayer los visitantes de la antigua cárcel provincial y también los gestores de la misma, Proxecto Cárcere. La apertura del espacio, en una fiesta de inauguración durante todo el día en la entrada e interior del edificio, quedó ensombrecida por los escasos metros útiles, unos cien, que ni siquiera están en perfecto estado. "Es un día emocionante por toda la gente que está viniendo pero también hay una parte menos agradable, la de que no sea todo el espacio que nos gustaría y que todavía haya mucho que hacer", comentó Mariola Mourelo, miembro de la entidad.

El sentimiento era compartido por los cientos de visitantes que se acercaban, muchos de ellos vecinos de la zona. "Teníamos mucha ilusión por entrar pero poco se puede ver", lamentaban María Celia y Benedicto, que volvieron ayer a la ciudad tras vivir en ella varios años desde su Muxía natal. Tampoco estaban satisfechos Petra y Gerardo, de As Lagoas, que decían sentir "pena" y requerían de las administraciones "mucho dinero" para reformar todo el inmueble. Igual de insatisfechos, con sus cámaras colgadas del cuello, se fueron Clara y Rafa. Ella recordaba cuando, de pequeña, escuchaba los gritos de los reclusos y él describía el mismo estado de las estancias cuando, aún funcionando como cárcel, entró a colocar falsos techos trabajando para una empresa de reformas. "Está exactamente igual", lamentó.

Pese al pesimismo, la música no paró de sonar a la entrada de la prisión desde mediodía hasta bien entrada la noche y tampoco faltaron las colas para poder acceder al recinto. Largas filas porque Proxecto Cárcere solo podía dejar entrar, por motivos de seguridad y comunicados a última hora, dijeron, a un máximo de 25 personas. Para organizarlo, cada visitante llevaba una pequeña piedra en la mano que dejaba en un recipiente cuando salía. Dentro, recuerdos de los prisioneros como discos o paquetes de cigarros, libros, proyecciones y fotos.

Fuera, a las una de la tarde, los fogones de hornos y cocinas solares se preparaban para hacer una comida popular, a base de pisto, mejillones, lacón asado y todo lo que consiguieron reunir entre los asistentes. Espectáculos de teatro, danza y música y actividades para niños fueron los ingredientes de una jornada festiva que atrajo a muchos turistas que merodeaban la Torre de Hércules. Mark, un alemán estudiante de español en A Coruña, se acercó por curiosidad admitiendo que siempre se había preguntado qué encerraba el edificio y calificando de "muy interesante" la iniciativa.

Entre los visitantes también se colaron el alcalde, Xulio Ferreiro, y los concejales de Cultura, José Manuel Sande, o Participación, Claudia Delso. "Es un día de alegría y estamos disfrutando de algo que costó mucho trabajo", razonó el regidor, que calificó esta apertura de "primer paso" hasta que se aclare, en los juzgados, la titularidad del inmueble.

Mientras tanto, Proxecto Cárcere apuesta "por la mayor diversidad posible" dentro de las paredes de la antigua cárcel y está abierta a propuestas de actividades con el único requisito de que respeten los derechos humanos y que dejen el lugar como está o mejor. Por ahora, ya tienen confirmado el lugar como local de ensayo de un grupo de gaiteiros y de los Kilomberos de Monte Alto y para una acción de la revista Reviradas.