Si hay una queja unánime entre los usuarios de la bicicleta en A Coruña sobre los carriles bici existentes en la ciudad, es la de que la red disponible no responde a las necesidades de quien utiliza este vehículo como medio de transporte habitual en el casco urbano. Los tramos construidos en los últimos años se hallan inconexos, de forma que no se puede seguir un itinerario continuo a lo largo de ellos, y, además, su recorrido no tiene por finalidad en la mayoría de los casos comunicar dos zonas de la ciudad, sino simplemente servir para el ocio de los coruñeses.

Ese fue el objetivo con el que se construyó el primer carril bici de A Coruña, el del paseo marítimo en su tramo desde O Parrote hasta la fuente de los Surfistas, que cuenta incluso en As Ánimas con un ramal que llega hasta el extremo del dique de abrigo. El trazado perimetral por uno de los extremos de la península coruñesa permite realizar un agradable paseo y la práctica del deporte, pero no es efectivo para el transporte cotidiano.

Posteriormente se construyó el tramo que va desde San Roque hasta el Millennium, que cuenta con las mismas características y que se hallaba separado del de Orillamar por el espacio comprendido entre las Esclavas y los Surfistas, en el que hubo que esperar bastantes años para que fuera dotado de carril bici, ya que el proyecto original del que fue el primer tramo del paseo marítimo no previó la instalación de esta infraestructura.

El proceso continuó con la construcción del recorrido entre el Millennium y O Portiño, que incluso podría extenderse hasta la playa de Bens, aunque el vial que existe hasta ese punto no es propiamente un carril bici, sino un sendero peatonal por el que también pueden circular las bicicletas. También se instaló el carril bici a lo largo de las playas de Riazor y Orzán, que se prolongó hasta la Casa de los Peces, aunque solo con la señalización sobre la acera de un espacio reservado a las bicis, sin que se sustituyera el enlosado original. Este es precisamente el tramo más criticado del carril bici del paseo marítimo, ya que circular por él supone una tortura para los ciclistas debido a la irregularidad del pavimento, por lo que son muchos los usuarios que optar por utilizar la calzada o la zona de la acera para los peatones, cuyas losas son planas.

Con todos estos tramos se completó un recorrido de 12 kilómetros de longitud al borde del mar que solo pueden tener un uso como vía de comunicación para desplazamientos entre los barrios situados a lo largo de la ensenada del Orzán, como Os Rosales, San Roque, Labañou, Riazor, Pescadería y Monte Alto. Cualquier otro destino obliga a los ciclistas a emplear la calzada, alternativa rechazada por muchos por el temor a los vehículos motorizados.

El parque de San Diego y el paseo que desde el mismo se extiende hasta Casablanca cuenta con un tramo de 900 metros de carril bici que fue construido al mismo tiempo que esta zona verde en 1999. También aquí existe el problema de su desconexión del resto de carriles, a excepción del que permite enlazar con el del acceso a la playa de Oza, única utilidad real que posee para los vecinos de las zonas más próximas.

Este carril padece un problema habitual en el resto de la ciudad pero que aquí se agrava por su ubicación en el parque, ya que son muy numerosas los peatones que lo utilizan para pasear sin atender a las señales que indican su destino a las bicicletas, a lo que contribuye que el paso de los años las ha borrado casi por completo. La presencia en el parque de numerosos perros sueltos es otro inconveniente, ya que en muchos casos los animales se lanzan al paso de las bicicletas.

La reforma de la calle Pablo Picasso en 2011 durante el Gobierno local de PSOE y BNG llevó al barrio de Elviña el carril bici, aunque una vez más desconectado del resto de la ciudad. Hubo que esperar a 2014, ya con el PP en la Alcaldía, a que se conectara con el campus universitario a través de las avenidas de Glasgow y de la Universidad, mientras que Marea Atlántica lo prolongó ahora por la avenida de Salgado Torres hasta llegar a la calle Ramón y Cajal, aunque el objetivo, aún sin plazo, es enlazar en la Casa del Mar con el metropolitano. Y es que desde allí, en A Palloza, arrancará otro tramo hasta Matogrande, cuyas obras están a punto de arrancar. La falta de enlaces con el resto de la ciudad es la razón de que no sea empleado por universitarios para llegar hasta el campus.

A estos tramos se añade el construido en paralelo a la tercera ronda a su paso por Mesoiro que, nuevamente, sufre el problema de la falta de conexión.