La diputada de Podemos Sofía Castañón acudió ayer a un encuentro con afiliadas del partido para hablar de feminismo, de derechos y de espacios por conquistar.

- Tras el 8 de marzo y las manifestaciones multitudinarias, ¿qué cambios se han registrado?

-Creo que a nivel internacional, España se convirtió en un referente de lucha feminista. Me importan tanto o más que las manifestaciones de las grandes ciudades, las que hubo en pequeños pueblos y que fueron muy relevantes. Hubo pueblos en los que se reunió más gente que en las fiestas. Eso implica que el feminismo es un movimiento que crea hegemonía y que se tiene que plasmar en las políticas públicas. Lo importante no es que se coja una sola de las reivindicaciones del feminismo, como puede ser la representatividad y que ahora tengamos más ministras que ministros, sino que se cojan las políticas atravesadas por el feminismo. Esto implica romper los techos de cristal, pero también, cambiar las condiciones materiales de quienes limpian los suelos, que son, fundamentalmente, mujeres. Solo veremos políticas feministas cuando veamos que cambian las condiciones del día a día de las mujeres que están precarizadas, que están paradas, que llevan ese trabajo invisible y no remunerado asociado a la división sexual del trabajo.

- ¿Cómo se puede cambiar desde el ámbito local?

-Los ayuntamientos, en este caso, el de A Coruña, tienen una labor fundamental, por ejemplo, municipalizando la ayuda al domicilio y todos esos trabajos que están feminizados. Es importante no solo por las condiciones de trabajo que tienen esas mujeres sino también por el modelo de vida que queremos tener en nuestras ciudades. Si queremos políticas de vida tenemos que entender que las personas dependientes quieran seguir viviendo en su casa y tener una vida digna con la ayuda necesaria y no estar en centros. El feminismo ha asumido que la política municipal es fundamental.

- ¿Se ha despertado una parte de la sociedad al darse cuenta de que la igualdad no era cierta?

-Las nacidas en la democracia, dimos por hecho, porque así se nos dijo, que la igualdad era de facto, que ya podíamos abrir cuenta en un banco, disponer de un coche, divorciarnos, que podíamos, aunque esto siempre está en disputa, disponer de nuestro cuerpo y de unos derechos reproductivos... Cuando van explotando las burbujas y no solo la inmobiliaria y la de la zona de confort en la que nos encontrábamos nos damos cuenta de que la igualdad no era real. A quienes piensen que está todo hecho les diría que prueben un día a ser mujer y volver sola a casa por la noche, o a vivir la identidad sexual de un niño o una niña trans en un instituto, que vean las muertas por violencia machista, la brecha salarial... que miren a toda la gente que sale a la calle, no solo el 8 de marzo sino para condenar la sentencia de La Manada, para demostrar que la manada somos nosotras, que nos cuidamos, o para apoyar a Juana Rivas, a la que se intenta dar una condena absurda, cruel y patriarcalmente ejemplarizante. Quienes piensan que todo está ganado es porque no están en el lado en el que la frontera te coloca por ser mujer y no están viviendo el momento actual sino que están intentando replegarse a tiempos más oscuros, probablemente porque el movimiento de los cimientos es incómodo. Es lo que toca ahora mismo, porque, para que algunas ganemos en derechos y reconocimiento, otros tendrán que perder unos privilegios que nunca han sido ni justos ni legítimos.

- ¿Cómo se puede ayudar a la igualdad desde los ayuntamientos con presupuestos tan limitados como los que tienen?

-No podemos pedirles a los ayuntamientos que hagan cosas para las que no tienen recursos. El feminismo no tiene un apartamento estanco de mujer, es la manera en la que entendemos la justicia social y la radical igualdad y democracia. Mientras tengamos una ciudadanía desigual, no tendremos democracia por más que nos lo digan.

- El próximo 8 de marzo, ¿sería bueno alentar una huelga también de consumo?

-Este año algunas ya la hicimos, la huelga de consumo es buena también para todas aquellas mujeres que no tienen un trabajo remunerado, que no estudian y que no cuidan de nadie porque pueden participar, ya que el consumo nos atraviesa a todas. El manifiesto de este 8 de marzo me parece un acierto porque sirve para que todos aquellos que quieran subirse al feminismo entiendan que no es solo de boquilla, que es una herramienta de transformación social y que conlleva unas consecuencias.