La asociación A.L.A.S. A Coruña lleva desde 2010 en la lucha por la libertad afectivo sexual de las personas gays, lesbianas, transexuales y bisexuales. El pasado año, la asociación puso en marcha el Observatorio coruñés contra la LGTBIfobia, que firmó ayer un convenio con el Concello por valor de 19.000 euros, para asegurar la continuidad de las actividades. El presidente de la entidad, Carlos Emilio Mella, explica en qué consiste el trabajo que realizan en el observatorio.

- ¿Bajo qué premisa nace el Observatorio en 2017?

-Atender a víctimas de agresiones de LGTBIfobia era un trabajo que ya hacíamos desde la asociación. Lo que quisimos fue lanzar el proyecto inspirados en el modelo del observatorio de Madrid. Decidimos crear la plataforma para registrar todas esas agresiones que se producían en la ciudad de A Coruña y alrededores.

- Desde su puesta en marcha, ¿Cuántas agresiones se han contabilizado?

-Han sido 26 las personas que han contactado con nosotros desde enero de 2018. No todas son agresiones. Ahora mismo, llevamos el caso de una chica trans refugiada, que fue agredida por sus compañeras de piso. Uno de nuestros socios la acoge en su casa de forma temporal, está buscando piso, pero es complicado. Al ser refugiada, el idioma es un problema, la gente no se fía, etc. Tenemos otro caso de un chico trans que recibió una paliza, a quien acompañamos a denunciar. Damos también atención primaria, consejo, escuchamos a la gente.

- Muchas de sus campañas se centran en la necesidad de denunciar.

-Sí, otro gran problema es el de la infradenuncia, la gente no se atreve a denunciar. Hay muchas personas dentro del armario que no pueden salir. Animamos a denunciar y les acompañamos, buscamos recursos.

- Pese a todo, ¿se denuncia hoy más que antes?

-Yo creo que la cosa sigue bastante mal. Sólo el 10% denuncia. Es descorazonador a veces, porque denuncias, la policía te toma en serio, pero al llegar a juicio te dicen que no lo consideran delito de odio. A veces se desdibuja lo que es o no delito de odio, llegamos a puntos en los que una agresión física por ser trans no lo es, pero un chiste de humor negro sí. Es duro, pero va mejorando.

- ¿Es más difícil para las víctimas lidiar con las administraciones en caso de delito de odio?

-Sí, una de nuestras funciones es servir como canal entre administraciones y víctimas. Es complicado porque no se atreven, y en el caso de las personas trans es triste, sobre todo en personas mayores, porque piensan que es hasta normal que les agredan. Hay que hacerles ver que no es normal, que es denunciable, que podemos acompañarlos. Cuando redactemos el informe al final del año, se dará una idea de cómo ha sido la situación en A Coruña. Quizá esta información sirva a las instituciones para ver sus puntos débiles. A veces no es cuestión de mala intención, sino de desconocimiento.

- El Observatorio se compone fundamentalmente por personal voluntario.

-En 2017 sí, totalmente voluntario. A partir de este año queremos contar con algunos técnicos. Otra cosa que peleamos es un espacio para recibir las atenciones, que ahora estamos haciendo en bares o casas. En nuestra web, corunasenodio.org, tenemos un correo y un número de contacto mediante el cual la gente puede contactar con nosotros. Tratamos de ajustarnos a sus horarios lo máximo posible.

- Se tiende a pensar en A Coruña como una ciudad inclusiva, donde no hay problemas de este tipo. ¿Se ajusta eso a la realidad?

-El problema es lo que pasa en todas la ciudades, que hemos ido alcanzando derechos, visibilidad, y hay quien ve amenazados sus privilegios y ejerce la violencia. En Francia, tras aprobarse la ley del matrimonio igualitario, aumentaron las agresiones casi en un 300%. Además, en Madrid, muchas agresiones se dan precisamente en el barrio de Chueca.

- ¿Son habituales las agresiones en espacios considerados seguros?

-Sí. Últimamente se está dando mucho que ciertas personas quedan por aplicaciones como si fuese una cita, y al final resulta que son varios y le pegan una paliza. Los agresores lo buscan, es el discurso del odio en estado puro.

- La última manifestación del Orgullo en la ciudad tuvo una gran afluencia de gente joven. ¿Hay esperanza?

-Sí, es genial. La de este año fue una de las manifestaciones más bonitas que hemos hecho. Las personas jóvenes son herederas de la ley del matrimonio igualitario, y cada vez tienen menos miedo a mostrarse visibles y a salir del armario. Es fantástico que vengan tan empoderadas, pero no podemos esperar una generación o dos, para que esto cambie, ni olvidarnos de las personas mayores. Hay que educar a todos los niveles. Aunque en A Coruña la situación es buena en cuanto aceptación, tenemos que lograr que el número de agresiones sea cero.