Un cartel colocado sobre el muro que cierra el solar que ocupa la esquina de San Andrés con la calle Mantelería anuncia que el terreno se encuentra a la venta. La inmobiliaria Servihábitat, perteneciente a la entidad financiera Caixabank, es la encargada de comercializar este terreno que, pese a encontrarse en un lugar privilegiado del centro de la ciudad, permanece en estado de abandono desde hace al menos cuatro décadas.

La última iniciativa que intentó llevarse a cabo en este solar fue promovida por la inmobiliaria Verona Norte, que pretendía construir en el lugar un complejo con 32 viviendas, locales comerciales y garaje, repartidos entre cuatro edificios, de los cuales el que tendría frente a San Andrés contaría con bajo y seis alturas.

La empresa anunció su intención de iniciar los trabajos en abril de 2004, pero nunca llegó a presentar la documentación que le había solicitado el Concello para conceder la licencia, un informe sobre el proyecto de compensación de los terrenos, ya que el edificio debía levantarse sobre varias fincas de diferentes propietarios que se agregarían para hacer posible la iniciativa.

El Concello recibió la última comunicación de la empresa en 2008, por lo que cinco años más tarde, en agosto de 2013, optó por denegarle la licencia que había solicitado. La llegada de la crisis económica, que tuvo un especial impacto en el sector inmobiliario, tuvo en Verona Norte una de sus víctimas ya que acabó sufriendo un concurso de acreedores que culminó con su liquidación en 2014.

El Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri) del casco histórico aprobado en 2015 autoriza la construcción de un edificio con bajo y cinco alturas en la esquina de Mantelería y San Andrés, mientras que en el otro extremo de este polígono, ya con frente solo a Mantelería, tan solo permite un bajo y tres alturas.

El abandono en el que está sumido este solar desde hace décadas hizo que su muro fuese uno de los lugares elegidos en 2007 por el Concello para albergar grafitis artísticos que embellecieran espacios que hasta ese momento eran utilizados para realizar toda clase de pintadas. La pared adquirió entonces un nuevo aspecto, aunque al cabo de poco tiempo acabó siendo blanco de incívicos que destruyeron el trabajo efectuado.

Un lugar vacío en un enclave tan destacado de la ciudad tenía lógicamente que llamar la atención de los profesionales de la arquitectura, por lo que no es de extrañar que Sandra González Álvarez, entonces estudiante de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña, presentase como proyecto fin de carrera una propuesta para construir en esa parcela un "laboratorio de fabricación", bautizado como Fablab. El centro educativo planteó a sus alumnos que presentasen ideas para dar un destino al solar y ella se decantó por un complejo dedicado a la producción de diseños e inventos similar a los que están repartidos por todo el mundo.

Su proyecto recibió el año pasado con uno de los premios que concede el Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia, que reconoció su intención de dar al solar un nuevo uso para dinamizar el barrio y ofrecer "una nueva percepción de la ciudad". González, establecida hoy en A Coruña con su propio estudio, se planteaba con su propuesta la "reanimación urbana" de este espacio mediante un inmueble diáfano y en el que destacarían unas escaleras exteriores de color. La arquitecta apostaba además por incrementar la altura permitida en la parcela para reducir el impacto negativo de la medianera del edificio contiguo.