A Sara Escudero le propusieron en la escuela hacer un proyecto fin de carrera sobre un campo da festa en A Fraga (Gondomar) y se le ocurrió centrarse en la importancia y simbolismo de las fiestas en ese lugar y en el resto de Galicia.

- ¿Cuál era el objetivo?

-A través de este proyecto quería no solo ver la arquitectura como objetivo físico, construido, sino estudiar otros aspectos tangenciales como la parte más urbanística, la parte más social, o incluso la etnológica. Analizar la relación que tiene la arquitectura con las personas y con el contexto tanto social como de territorio. Era un tema muy importante en Galicia, la relación con el mundo rural, con las fiestas, que aquí tienen mucho peso.

- ¿Cómo lo hizo?

-Fuimos a las fiestas y tuvimos la oportunidad de ir a hablar con la gente. Y se mostraba un poco esa crisis de identidad que tenía ese mundo rural y la decadencia de las propias fiestas, que llegaron a no celebrarse. Para mí fue muy interesante porque además, en León, de donde soy, las fiestas son algo muy pobre y aquí es totalmente diferente. Encontré mucha inspiración.

- ¿Qué le pareció estar seleccionada?

-Me hizo mucha ilusión. No sabía ni cuánta gente lo iba a enviar ni si les iba a parecer interesante.

- ¿Qué opinión tiene del pabellón español?

-Es muy interesante que esté enfocado hacia los trabajos académicos y lo que se produce en las escuelas, porque son como un laboratorio en el que se está constantemente experimentando cosas que igual luego en la vida real no se hacen, pero son trabajos muy interesantes que no solo tocan el objeto sino otros aspectos.