Al parecer, el Cine Alfonsetti, de Betanzos, es actualmente el más antiguo de España. Se halla remozado por completo y tiene un aforo de algo más de doscientas localidades. En la tarde noche del pasado jueves se hallaba completamente abarrotado de un público muy entusiasta que disfrutó mucho con el recital que ofrecieron dos jóvenes cantantes, Helena Abad y Asier Sánchez, pareja escénica y pareja también en la vida real. Programa de alta exigencia vocal y de gran belleza. Fueron ovacionados a lo largo del acto musical y, tras un elegante bis, con el dúo de La viuda alegre, de Léhar, largamente aclamados. Helena se ha centrado en el repertorio de soprano ligera y, dadas las características de su voz, no parece haber duda de que está en el buen camino: el brillantísimo registro agudo, la capacidad para resolver los más arduos pasajes de coloratura (por ejemplo, en la romanza de la zarzuela El barbero de Sevilla, de Giménez y Nieto, o en la conocida escena de La traviata, de Verdi). En cuanto a Asier, sus puntos fuertes se hallan también en un esplendoroso registro agudo, en el noble timbre baritonal y, sobre todo, en la notable potencia vocal que debe administrar con mayor economía porque, si bien esa generosa entrega le gana el favor del público, corre el peligro de limitar la duración de su voz. Lo explicaba aquel tenor al que se preguntaba qué había hecho para mantener sus facultades vocales en los años de madurez: "Hay que cantar con los intereses, no con el capital". Estuvo muy bien en el papel de caballero de la Provenza en el dúo de La traviata y de chulapo madrileño en el de La del manojo de rosas, de Sorozábal. Gabriel López asumió el reto de un programa muy variado y con frecuencia de difícil ejecución; siempre supo mantener y realzar la labor de los cantantes.